viernes, 5 de diciembre de 2008

Rut Emmanuelle


Mi Hija
Rut Emmanuelle
a los 13 días de nacida
(Tomada en Puerto Peñasco, Sonora el día 10 de octubre del 2008)

Antes que el diablo sepa que has muerto (Sidney Lumet, E.U., 2007)


(Proyección PPE # 8)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este jueves, 04 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:


Antes que el diablo sepa que has muerto (Sidney Lumet, E.U., 2007)




Por José Abril

Antes que el diablo sepa que has muerto (EU, 2007). Título irónico para una película tan cruel, no recuerdo haber visto. El regreso de Sidney Lumet, un veterano de larga trayectoria, más que la del propio Allen, sorprende en principio por los muchos puntos de contacto que tiene con la del neoyorkino-londinense; reducir a una mínima expresión el argumento de esta película sería como repetir la misma línea argumental de Los inquebrantables. Pero sorprende no solo por sus coincidencias sino por la manera con la que Lumet conduce la empresa, como si de corregir y aumentar la película de Allen se tratara. Mejor dicho: como si de retorcer aún más su planteamiento se pudiera. Y Lumet nos lo dice: se puede. Se puede en tanto que la tragedia ahora se expande hacia la familia toda; en tanto que la ambición parece corromper y dinamitar cualquier endeble vínculo afectivo entre los integrantes de este clan. Se puede en tanto que se resuelve como una suerte de veneno que se transfiere en cadena: el hermano que sacrifica al hermano que sacrifica –por error-a la madre…y así hasta cerrar el círculo. Se puede en tanto que la linealidad se rompe para volver una y otra vez a la secuencia clave, para reunir como rompecabezas todas y cada una de las partes, partes que son a su vez puntos de vista complementarios y cuadros psicológicos de cada personaje. Se puede en tanto que el clímax es catarsis y exorcismo visceral y desconcertante ajuste de cuentas . Se puede en tanto que la premisa, pues, ofrece material para una obra que no se avergüenza ni de su trepidante estructura de thriller negro ya probada por otros maestros ni de su esencia de estridente melodrama familiar envenenado. Antes de que el diablo sepa que has muerto es en definitiva la instantánea fotográfica de una familia hecha trizas frente a nuestro ojos por obra y gracia de Sydney Lumet, este sí en total forma.

Death Proof (Quentin Tarantino, E.U., 2007)


(Proyección PPE # 8)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 02 de diciembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:


Death Proof (Quentin Tarantino, E.U. 2007)



Por Socorro González

No hace mucho tiempo tuve oportunidad de ver Death Proof., el más reciente filme del ex niño terrible Quentin Tarantino, una exquisita broma, descaradamente violenta y malhablada; nada nuevo para este ya no tan joven director alabado como a un Dios por muchos y criticado furiosamente por otros menos, que se han dado a la fallida tarea de desprestigiarlo, argumentando que su estilo cinematográfico no tiene nada de original; que sus historias son estúpidas y sin ningún valor estético y demás etcéteras… La cuestión es que Tarantino fue uno de los cineastas más importantes de la década de los noventas, quien se encargó de homenajear (sí, quizá sin evidenciarlo) una serie de películas “viejas” que se encontraban en el olvido, y puso de moda un cine de sólidas bases cínicas y absurdas, de una violencia explícita y agradable; redimensionando géneros tan importantes como lo es el cine negro, el policiaco o el de aventuras. Después de su estupenda exploración de la venganza Kill Bill vol. I y II, el cineasta emprende un proyecto con su colega y amigo Robert Rodríguez, igual de exitoso pero menos afortunado Cinematográficamente hablando. De este explícito contubernio surge Death proof. y Planet terror (esta última dirigida por Rodríguez), quien había logrado cierta altura con su Sin city, su mejor película a mi parecer, muy lejos de asumidas estupideces, eso sí de muy buenas secuencias de acción, como la trilogía de El mariachi o Spy kids. Con Death proof Tarantino regresa al enfermizo delirio de Kill Bill; retoma a sus heroínas que tanto le fascinan para someterlas a un duro y violento aprendizaje, del cual saldrán bien libradas, como unas verdaderas hienas, peleando por lo más preciado. El filme se construye como un road movie de aparente densidad en su primera parte, donde algunas jovencitas emprenden un viaje sin retorno por la sospechosa quietud de Texas (el famoso estado de los asesinos seriales). Aquí, las tres suculentas muchachitas serán embestidas cual toro en celo por el repulsivo galán descontinuado Stuntman Joe (un Kurt Rusell simplemente genial) y serán descuartizadas en una de las mas impactantes y gráficas escenas de choque que se han filmado. para después convertirse en una hilarante persecución “repleta” de “mentadas”, súplicas a Dios, y jocosas “palabrotas”, que nos conducen vertiginosamente hacia el inesperado final.

La escafandra y la mariposa (Julian Schnabel, Francia/E.U., 2007)


(Proyección PPE # 7)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 27 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:

La escafandra y la mariposa (Julian Schnabel, Francia/E.U., 2007)



Julian Schnabel, el biógrafo redentor

Por Socorro González
La escafandra y la mariposa (Le scaphandre et le papillon, Francia/E.U., 2007) es el último filme, estrenado en nuestro país, del neoyorkino Julian Schnabel. Pintor de profesión, Sachnabel ingresó de lleno al cine con su obra Basquiat, cinta donde exploraba un poco la vida del fallecido
pintor de color y el Nueva York underground, el de Andy Warhol y The velvet undrground. Con cuatro largometrajes en su haber (actualmente trae por ahí el último, llamado Berlín), este reconocido artista se caracteriza por rescatar o acudir a personalidades del arte como fuentes inspiradoras. En sus biografías siempre es posible encontrar el sello de la melancolía y sentirse al final de cuentas, conmovido por un dejo de sensiblería redentora. A Schnabel le gusta trabajar con personajes un tanto marginados por la vida y sus avatares, como la aceptación social (y la individual) o los conflictos políticos, tal fue el caso de su “polémico” filme Antes que anochezca (Before nigth falls, en su original), que en la mayor parte de los espectadores llamó la atención por tres cosas, básicamente: porque relataba la rebelde y conflictiva vida del escritor Reynaldo Arenas (interpretado convincentemente por el español Javier Bárdem), que fue cubano (y que es innombrable en Cuba, debido a su condición de gran traidor a la Revolución), homosexual y murió de sida en la segunda mitad de los años ochentas, exiliado, para variar, en Estados Unidos (donde se contagió). Pero más allá de todos estos detalles que despertaron el morbo, la historia fue un conmovedor y entretenido relato, bellamente fotografiado, sobre un hombre en su eterna e incansable búsqueda de la libertad, expresiva, individual, humana; un artista que buscaba transgredir aquella difícil realidad que le había tocado vivir sin importar la factura a pagar; un largo episodio, irónicamente pesimista hacia el final, cuando vemos a un Reynaldo estragado por la enfermedad que le arrebató la vida justo cuando creyó llegar al país que le devolvería la libertad como individuo (si lo pensamos, en cierta manera sí le hecho la mano).En La escafandra y la mariposa Schnabel vuelve a la biografía, sólo que aquí su relato se ha tornado más difícil en su narrativa; en su búsqueda por adentrarse en la mente del protagonista, Jean-Dominique Bauby (quien fuera redactor de la famosa revista de moda francesa Elle y autor de la fuente literaria del filme), que en 1995 sufrió un fulminante ataque que lo dejó postrado para siempre en una silla de ruedas, sin tener otra comunicación con el mundo que no fuera el parpadeo de su ojo izquierdo. Así da inicio este viaje hacia la mente de un hombre postrado e inmóvil; todo lo vemos desde su muy particular punto de vista, distorsionada realidad tan dolorosa como la costura en los párpados. Jean Do ha despertado a una nueva vida, poblada por la nostalgia, por el recuerdo de lo que fue su tiempo en repentinos inserts o flashbacks de la vida familiar, amorosa y profesional; el hombre de éxito repentinamente se redujo a un ojo, que como mariposa se mueve rápido en su parpadeo, inquieto y trémulo (ingenioso trabajo de fotográfo Janusz Kamiski (responsable de filmes como Kieslowski y Spielberg…); con destreza y romanticismo, Schnabel ha construido un sensible filme de tintes poéticos; una bella crónica de los recuerdos como vida misma… No diré más, disfrútenla.

Quemar después de leer (Hermanos Coen, E.U.,2008)


(Proyección PPE # 6)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 25 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:


Quemar después de leer
(Hermanos Coen, E.U., 2008)


Los hermanos Coen, un breve paseo por una larga trayectoria fílmica
Por Socorro González B.

Mi ansiada espera por el nuevo filme de los hnos. Joel y Ethan Coen me motiva a escribir algo acerca de ellos y su trayectoria cinematográfica, un poco como víspera consoladora y un tanto con motivo de que este tándem acaba de hacerse acreedor a los premios Óscar a mejor película, guión y dirección, así como el premio al mejor actor de reparto al español Javier Bardem, sí, aquel joven que sólo irradió sexualidad y brutalidad en los filmes de Bigas Luna y que con el paso del tiempo demostró que para estar en el cine no sólo se necesita tener un “buen paquete” entre las piernas y desnudarse a la menor provocación. Ahora, con los sombríos hermanos (que esconden muy bien su negrura de ver la vida tras anteojos de fuerte graduación y una apariencia de nerds que no das un peso por ellos), Bardem ha interpretado a una genial e imparable máquina de matar, que nunca sonríe bajo su “melenita” setentera y su rictus alienado y de ojos tristes pero perversos, que se desorbitan de placer al infringir dolor y muerte (como en la pavorosa escena casi al inicio del filme, donde con devastadora fuerza ahorca al policía que minutos antes lo había detenido; o la tortura psicológica con la que aflige a la noviecita del protagonista). Los Coen iniciaron por allá en el año de 1984 con su genial filme Blood simple (Simplemente sangre, en nuestro país), una pieza clave en la cinematografía de género contemporánea, ya que la película es una puesta al día de la más pura tradición del mejor cine negro estadunidense de los años 40’s y 50’s, que relataba la historia de un mórbido y trágico triangulo amoroso. Con este par resulta difícil hablar de películas malas, es mejor decir películas no tan buenas, pero que conservan su indistinguible sello de autor que ambos se han ganado a pulso de trabajo. Posterior a su ópera prima, Joel (director) y Ethan (guionista), entregan en el año de 1987 la delirante y divertidísima comedia Raising Arizona (Educando a Arizona, por acá), que contaba la desafortunada historia de una extraña pareja (un ladrón frustrado y una estéril policía) interpretados por un jovencísimo y magnífico Nicolas Cage, flaco hasta los huesos y una no menos excelente Holly Hunter, respectivamente; así como la siempre imponente y escalofriante figura de un John Goodman (quien se convertiría en una especie de actor fetiche para los hnos.), caricaturizados todos al extremo de lo patético. Como obsesionados con el cine de género, los Coen básicamente han explorado en sus películas dos de los más importantes: el cine negro y la comedia (también negra); de tal modo, sus cintas desarrollan historias un tanto turbias, de violentos, sorpresivos e hilarantes desarrollos y desconcertantes desenlaces; una mirada ácida y sin concesiones hacia una sociedad tan cercana y ajena a la vez es el principal ingrediente de sus filmes. En lo visual, sus películas siempre son impecables y atractivas. En un principio, la inquieta e intrépida cámara de Barry Sonnenfeld (antes de hacerse cineasta) le brindó a sus historias un dinamismo sorprendente; director y fotógrafo se regodeaban en la más pura escuela del colega y amigo Sam Raimi (para quien escribieron en 1985, no está demás decirlo, el guión de su segundo largometraje, Crimewave, y a quién han invitado a colaborar con ciertos cameos en varias de sus cintas), en una suerte de planos y movimientos de cámara de un virtuosismo que dejaba pasmado y que muchos directores jóvenes han imitado. Después, la estabilidad visual impuesta por la cámara de Roger Deakins vino a aportar a su cine un cierto aire de poesía, con tendencia a la contemplación de los espacios y los personajes que los habitan. Con su tercer largometraje, Miller’s crossing (E.U., 1990), los Coen se adentraron de lleno en el cine de gangsters; un tanto parodia, un tanto homenaje, De paseo con la muerte (título con que se conoció en México), es una obscura exploración por la no menos sombría vida de un certero matón taciturno (un hierático Gabriel Byrne), que comete el error de involucrarse con la mujer de su jefe y mejor amigo (Albert Finney), debatiéndose siempre entre sus deseos de redención y las órdenes que como especie de venganza le impone éste último. Con Barton Fink (E.U., 1991), los Coen definieron su estatus de autores y cineastas de culto, logrando la más perfecta de sus obras, una extraña y particular comedia de una lentitud contemplativa; tan ominosa que en ciertos momentos se antoja más thriller y filme de horror con monstruos y demonios representados por el espectral hotel en el que se aloja el escritor protagonista (el otro fetiche de los hnos., John Turturro); la hoja en blanco con máquina de escribir incluida; una asfixiante habitación cuyo tapiz se escurre emitiendo un lenguaje de terribles sonidos en las angustiantes noches de insomnio de Fink. Todo esto definiendo un infierno de incapacidad creativa, del cual nuestro dantesco personaje escapará sólo por los momentos de interacción con su extraño vecino (John Goodman en lo que sin duda es la mejor actuación de su carrera). Barton Fink, sin exagerar, es como un libro abierto a las posibilidades y los trasfondos interpretativos, cosa que sorprendió a los propios hnos. al llevarse la Palma de Oro en Cannes, quienes argumentaron, ocultos tras su disfraz de nerds, que sólo pretendieron hacer una comedia lenta y sin los gags propios del género. The Hudsucker Proxy (E.U., 1994) viene a ser su única superproducción “holliwoodesca” y quizá su fracaso fílmico. Incomprendida por la crítica malacostumbrada por sus anteriores cintas (de factura 100 % independiente), El apoderado de Hudsucker en nuestro país, fue una jocosa épica bastante divertida y visualmente muy valiosa; una broma desfachatada y de gran presupuesto. A los Coen se les permite esto y más; así, repetirían sus deseos de jugar años después con el absurdo The big Lebowski (E.U., 1998); la delirante y surrealista O brother, where art thou! (E.U., 2000) y su muy peculiar visión de la comedia romántica con Intolerable cruelty (E.U., 2003), no sin antes darnos otra lección de cinismo con la tragicomedia Fargo (E.U., 1996, feamente titulada en español, Secuestro voluntario), donde por primera vez aparecieron en las ternas del Óscar, llevándose la estatuilla al mejor guión y música original, si mal no recuerdo. Con Fargo los Coen retornaban a la “seriedad” enfermiza de Barton Fink, a los personajes de patetismo encantador; sólo que acá con una violencia más plástica, explícita y sorpresiva, y con el humor más negro que de costumbre; sin embargo, la cinta posee un equilibrio discursivo que raya en la perfección, un tono tragicómico que nunca en sus anteriores filmes se había logrado con tanta precisión, ni siquiera en Barton Fink (a mi parecer su obra maestra), que se asemeja más a una secuencia pesadillesca muy larga y de pinceladas Lynchianas.
Anterior a su cínica comedia romántica protagonizada por George Clooney y Catherine Zeta-Jones, Intolerable cruelty, los hermanitos retornaban a la seriedad con el romántico filme The man who wasn’t there (E.U., 2001. El hombre que nunca estuvo, en México), un excelente film noir muy a la clásica (inclusive bellamente fotografiado en blanco y negro), protagonizado por el siempre genial Billy Bob Thorton, la siempre fiel Frances McDormand y el duro y tierno James Gandolfini. Con esta película, los Coen se niegan a morir (por aquello de sus dos filmes anteriores, muy divertidos pero nada extraordinario) y nos dan otra lección de un cine supremo que nos calló la boca a todos aquellos que dudamos de su ingenio. Este drama es un obscuro viaje hacia la mente de un hombre envenenado por los celos que decide llegar al fondo de la infidelidad; convirtiéndose en asesino accidental, deberá urdir la mejor de las coartadas para salir bien librado de toda la tempestad que él mismo ha provocado, en una trama de exquisito misterio e inquietante suspenso. Con The laidykillers, la pareja pareciera decirnos que nunca abandonarán la comedia, ni sus gags, ni su cinismo. Protagonizada por Tom Hanks (a quien los cineastas han regresado muy dignamente al género que lo vio nacer), el filme es el jocoso relato de una pandilla que pretende acabar con una viejecilla para así poder gozar de su fortuna. Más la anciana no será lo que aparenta y uno a uno los miembros de la banda (de músicos) irán cayendo en esta divertida y retorcidísima comedia. No country for oldmen es su más reciente trabajo, que muchos esperamos, no tanto por saber quiénes son ellos, sino por la publicidad que se le ha hecho a este híbrido fílmico (mezcla de western, cine negro, cine de narcos a la mexicana y, por supuesto, trhiller). “No habrá huídas limpias”, reza, en una posible traducción, el slogan promocional del filme. Y así es, para Llewelyn Moss (un duro y conmovedor Josh Brolin), su primer error fue encontrarse la inquietante escena de la transacción fallida de heroína; su osadía, tomar lo que no le pertenecía: dos millones de dólares en efectivo que descansaban al lado del cadáver del matón; ingreso directo al infierno. En sus dos secuencias iniciales, la presentación del temible asesino Anton Chigurh (Bardem) y el festín sanguinolento de cadáveres humanos y caninos entre “trocas” en la desolación desértica de Nuevo México y Texas, los Coen, con una envidiable economía del lenguaje, revelarán la densidad de su relato, que promete ser una violenta e inquietante aventura de dimensiones trágicas.

Volver (Pedro Almodóvar, España, 2007)


(Proyección PPE # 5)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 20 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:


Volver
(Pedro Almodóvar, España, 2007)


Brevedades sobre Almodóvar
Por Socorro González

Es innegable el vínculo que el nombre Pedro Almodóvar tiene con términos como irreverencia, humor, bizarrismo y vulgaridad… y es que así fueron los orígenes cinematográficos de este autor español por allá a finales de los setentas, cuando deambulaba descaradamente travestido y filmes como Pepi, Lucy, Bon y otras chicas del montón, Entre tinieblas o la Ley del deseo salieron al público, denunciando una de las “cabecitas” más críticas y corrosivas que ha tenido el cine español contemporáneo. Pionero de lo que se ha conocido como “el destape español” (movimiento cultural surgido posteriormente a la muerte de Franco, cuando una diversidad de mentes creadoras comenzaron a manifestarse libremente), Almodóvar fue construyendo su carrera en base a historias de fuertes y desinhibidos contenidos (a él se deben inquietantes y provocativas escenas sexuales, sólo basta checar algunos de sus títulos como Matador o ¡Átame!) ; temas como el amor atormentado y no, el sexo, la soledad, el crimen, la mujer o la homosexualidad fueron y siguen siendo los principales ingredientes de este realizador, padre creador de actores, ahora estrellas, como Victoria Abril o Antonio Banderas, y de fieles y respetadas musas como Carmen Maura o Chus Lampreave. El cine de Almodóvar también se caracteriza por un esmerado trabajo visual (deficiente en sus primeros intentos, pero revelador), casi artesanal; un abanico de colores vivos e impecables movimientos de cámara que son un deleite para la vista espectadora. Después de toda una década, la de los ochentas, de irreverentes y contestarios filmes que le concedieron un éxito comercial pero al mismo tiempo un título de auteur; después de largos años de ir depurando su estilo (en ambos aspectos, formal y de contenido), Pedro Almodóvar da inicio a una muy marcada tendencia estética e ideológica, etapa de una definida madurez, llena de sutilezas y buen gusto, así como de una capacidad para conmover y sorprender a un público que anteriormente estaba acostumbrado a su hilarante humor negro y despilfarros. Si bien el mundo femenino siempre le ha sido familiar (desde su ópera prima, hasta la excelente y ya clásica Mujeres al borde de un ataque de nervios, es en esta segunda etapa donde el realizador se adentra de un modo más íntimo y detallado en las mujeres. A esta “nueva” etapa, construida casi íntegramente desde los códigos del melodrama, pertenecen títulos como Tacones lejanos, La flor de mi secreto, Todo sobre mi madre y las dos más recientes, la minimalista y genial Hablé con ella y Volver (cinta que hoy vemos). Con excepción del tropezón que significó La mala educación (un fallido intento por retornar a los tiempos de la Ley del deseo, que más bien parece un capricho por mostrar al mexicano Gael García Bernal en paños menores y teniendo relaciones íntimas con hombres), Almodóvar se muestra ahora como un cineasta más depurado y sutil, de una técnica visual y narrativa impecable, con intereses más intimistas sin rallar en la cursilería (haciendo a un lado La flor de mi secreto). Lejos está ya el jovencito gordinflón abanderado tras la rebeldía e irreverencia, ha sido sustituido por el señor maduro que descubrió que en el cine el dulce encanto de la poesía; la cinta que hoy nos ocupa, es una prueba de ello. Disfrútenla.

REC (Jaume Balagueró y Paco Plaza, España, 2007)


(Proyección PPE # 4)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 18 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:


REC
(Jaume Balagueró y Paco Plaza, España, 2007)


Rec
Por Socorro González
Con el Proyecto de la Bruja de Blair se puso de moda una nueva manera de explorar los senderos del horror como género cinematográfico; varios títulos han surgido con esta “novedosa” narrativa que no es otra cosa más que una puesta al día del cinema verité que idearon algunos cineastas franceses en la década de los sesentas, y que apostaba, entre otras cosas, a la búsqueda de un mayor apego a la realidad mediante las herramientas y recursos propios del arte fílmico (el uso de la cámara en mano, el registro documental, la improvisación…). A mediados de los noventas, un grupo de cineastas daneses idearon lo que se conoció como Dogma 95, un movimiento estético donde se perseguía una idea, un tanto contradictoria al momento de apreciar las películas, la de contar historias un tanto obscuras y retorcidas reduciendo al máximo los recursos y elementos técnicos, con el objetivo de acercar más los textos fílmicos a nosotros, los espectadores, y de esa manera, conmovernos y adentrarnos en la experiencia vista, convirtiéndola en vivida. De ese movimiento surgieron grandes películas como Los idiotas, La celebración o Viva el Rey; así mismo interesantes cineastas como Lars Von Trier (quien ya contaba con una extensa y rica carrera fílmica) o Thomas Vintterberg (quien se inició con este movimiento).

El horror se apropia de este estilo y lo redimensiona un poco, haciendo obvia la utilización de la cámara en mano (de hecho ésta se vuelve un personaje más) con El proyecto de la Bruja de Blair, cinta atractiva pero sobrevalorada, considero. Años después vendrían otros títulos de mejores efectos pero menor trascendencia comercial, como Diario de los muertos, del maestro George A. Romero, Cloverfield, o la cinta que hoy nos ocupa, Rec, de los españoles Jaume Balagueró y Paco Plaza, ambos jóvenes en el ambiente del cine. Antes de este contubernio, Balagueró había entregado Fragilidad y Plaza Rosamanta (ambas cintas fáciles de encontrar); sin embargo es Rec la que les consagra el éxito anhelado. Su anécdota es simple y nada original en sus elementos… todo sucede una noche durante la grabación del programa televisivo “Mientras usted duerme”, en un viejo edificio departamental en el centro de Barcelona; allí, Ángela y su camarógrafo Pablo acudirán con un par de bomberos, Alex y Manu, para registrar toda una crónica del trabajo que éstos últimos realizan como parte de los servicios de rescate comunitarios propios de esa instancia. Es ese edificio el que de pronto se convertirá en infierno y última morada de sus visitantes, ya que una extraña rabia se va apoderando de los vecinos del lugar, llevándolos a comportarse de modo violento y bestial, conduciéndolos irremediablemente a la muerte. Rec es como El ángel exterminador extremo de Buñuel, sólo que con canibalismo explícito y no latente como en aquella y con la diferencia de que aquí sí se explican las razones por las que no se puede salir del inmueble. Acá la inexistente Bruja de Blair se queda corta en su maldad. Abruptamente todo se ha tornado histeria y terror colectivo a través de la morbosa videocámara del paciente y frío Pablo, que sigue a detalle el delirante trayecto de la muerte, en una historia que se debate entre la ciencia ficción y el horror más puro. “Suceda lo que suceda no dejes de grabar, por tu puta madre”, ordena Ángela en siniestro frenesí. Más allá de todo el despliegue publicitario que de la película se ha hecho, en torno a su crudeza y a su capacidad para detonar el miedo en el espectador, Rec posee un valioso y sutil trasfondo crítico hacia una sociedad hambrienta de violencia y sedienta de sangre, y si es en directo, mejor; de ahí la elección de sus recursos cuasi documentales para la efectividad de un género que siempre peligra. Con creatividad y firmeza, Balagueró y Plaza se apropian de éste para contarnos lo mismo que las demás (el espacio cerrado con gente adentro en espera de la carnicería), sólo que aquí la diferencia la da el cómo se cuenta, que no es nada nuevo pero sí está muy bien manejado en sus principales niveles, fotográfico, actoral (sobre todo) y de efectos de sonido.

Arráncame la vida (Roberto Sneider, México, 2008)


(Proyección PPE # 3)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este jueves, 13 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:



Nostalgia de amores pasados
Arráncame la vida de Roberto Sneider
Por Socorro González

Ya hacía algunos años que una película mexicana no causaba tanto revuelo como la que hoy nos ocupa, Arráncame la vida (México, 2008) de Roberto Sneider. Anteriormente este realizador nos había entregado Dos crímenes, una interesante y divertida comedia negra protagonizada por Demian Alcázar, adaptación de la novela homónima del ya fallecido escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia. Después de varios años, Sneider regresa nuevamente al largometraje con otra adaptación literaria, en esta ocasión del exitosísimo libro de Ángeles Mastretta (publicado en 1985, si mal no recuerdo) titulado con la bonita frase, cual homenaje póstumo a uno de los tangos más famosos del desaparecido argentino Carlos Gardel, Arráncame la vida. Recuerdo el libro como una entretenida novela que leí en mi adolescencia, llena de información histórica oficial y de otra no tan oficial pero aún más entretenida; recuerdo una prosa sencilla y directa, sin muchas figuras retóricas ni rebuscamientos formales, pero sí poseedora de una fluidez y un encanto narrativos que me llevaron a terminar sus páginas en muy poco tiempo (dos días quizá). De pronto me di cuenta de que Mastretta, con facilidad, me había ingresado al proceso de maduración de la intimidad de una mujer; pronto había descubierto el pasar de los años en el rostro de una jovencita llamada Catalina que por error o por ventura se casó con el “hombre equivocado”, quien sin duda es el pilar de esta historia de amor a la mexicana, cocinada hábil y jugosamente con un poco de anécdota política del México de los treinta y cuarentas. Dura empresa fue sin duda para Sneider el llevar al celuloide un relato lleno de detalles históricos, donde se evidenciaban la carrera y fechorías del General Andrés Asencio (personaje inspirado en Maximino Ávila Camacho, quien fuera hermano de Manuel Ávila Camacho, presidente de la República en los años posteriores a Lázaro Cárdenas); sesenta y cinco millones de pesos se recaudaron para su producción y un millón de dólares por parte de una importante productora norteamericana para su promoción, así como quinientas copias para su distribución, un hecho sin precedentes dentro de la cinematografía mexicana. Lo importante es que, al ver la película, es posible encontrar todo ese montón de dinero en cada uno de sus detalles, empezando por la dirección de arte a cargo de Rafael Mandujano hasta su bien lograda y bella fotografía, responsabilidad del vasco Javier Aguirresarobe (prestigiado fotógrafo responsable de trabajos como Los otros, de Alejandro Amenábar y Vicky Cristina Barcelona, el más reciente filme de Woody Allen). Sneider, guionista también del filme, decide dejar un poco de lado toda esa minuciosa información espaciotemporal de un México políticamente convulsivo que Mastretta desarrollaba en su novela, para centrarse en la esencia de esta historia: Catalina (Ana Claudia Talancón) y Andrés (Daniel Giménez Cacho) y describir con notoria habilidad el proceso de su amor, primariamente basado en la consumación de un deseo carnal motivado por la curiosidad, el encantamiento y la lujuria. Un amor que en Catalina, desde el primer día de casada, empieza lentamente a morir, al descubrirse atado de por vida a la figura de un hombre difícil en sus tratos y modos que la avejenta un poco; un amor que se niega a enjaularse y un buen día decide volar hacia otro cuerpo y otra mente y extenderse, aunque sea por muy poco tiempo en la figura de Carlos (José María Tavira). Un amor mutilado por la muerte. Sneider logra en casi dos horas de metraje extraer la pulpa de una historia que sabe a nostalgia de un México ya ido; melodrama de época (un poco homenaje al cine mexicano de la Época de Oro) que no busca mayores pretensiones que las de entretener, muy dignamente, a un público ávido de historias de amor, de infidelidad y traiciones. Un cine sin rebuscamientos ideológicos y formales; sin violencia innecesaria ni torturas psicológicas. Arráncame la vida debe asumirse como es, un relato de amor, perdido o no pero amor al fin de cuentas, es Como agua para chocolate pero menos pretenciosa; o como Otilia Rauda un poco más cursi. Una película familiar impecablemente hecha, en su narrativa y en su técnica, que se ha convertido en el fenómeno fílmico de nuestro país, para pesar de muchos y regocijo de otros.

La maldición de la Flor Dorada (Zhang Yimou)

(Proyección PPE # 2)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 11 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:


La maldición de la Flor Dorada

(Zhang Yimou, China, 2006)



Retrato de familia, La maldición de la Flor Dorada, de Zhang Yimou

Por Socorro González

El ahora legendario cineasta chino Zhang Yimou nos presenta este su más reciente filme estrenado en nuestro país, La maldición de la Flor Dorada (2007). Autor de una sólida filmografía, en donde la mayoría de las veces ha reflexionado en torno a tormentosas relaciones amorosas (como lo son sus dos filmes más importantes, Sorgo Rojo y Amor Prohibido) Yimou es, ante todo, un depurado esteta en cada una de sus propuestas, algo muy común en el cine oriental, pero que no deja de sorprender. Con un fuerte sentido de la composición, sus historias son ante todo un espectáculo visual, un despliegue garantizado de fastuosidad y majestuosidad plástica, una encantadora poesía formal. La maldición de la Flor Dorada viene después de otros dos filmes igualmente sorprendentes, La casa de los cuchillos voladores (’05) y Héroe (’06) híbridos genéricos que bien combinan el cine de aventuras, el melodrama y el suspenso en un sorprendente trabajo coreográfico de artes marciales y peleas cuerpo a cuerpo.

En La maldición… Yimou retorna un poco más a sus orígenes anecdóticos desmembrando despiadadamente la historia de una familia imperial durante el reinado de la Dinastía Tang, en Beijing. Este núcleo poco a poco irá desmoronándose dolorosamente, en una repentina vorágine de tiranía, rencor y venganza. La madre (Li Gong) que ha sido envenenada durante diez largos años por su propio cónyuge (Chow Yu Fat), decidirá cuál será el momento preciso para cobrarle la factura a su sabio y nigromante esposo, y ese instante anhelado cobrará vida el día de la tradicional y esperada fiesta de los crisantemos dorados. Con estos sencillos elementos anecdóticos, Yimou construye un hermoso relato, pese a su marcada tonalidad trágica, donde todo se trastorna adquiriendo dimensiones insospechadas. La “solidez” familiar se derrumba y el delirio y la violencia se apoderan de la historia, que abruptamente se ha convertido en una sangrienta celebración que no resuelve nada y que sabe a locura. Con maestría, el cineasta chino nos adentra en un aniquilante y desquiciado melodrama, sin contemplación alguna, cada uno de sus protagonistas irán cayendo intoxicados por una diversidad de sentimientos encontrados y tremendos conflictos. La enfermiza lucha de poder emprendida entre la pareja protagonista se llevará entre los pies a sus tres hijos (y miles de soldados) con coreográfica, excelsa y sangrienta batalla final como telón de fondo, en un palacio saturado de belleza y esplendor. Yimou, haciendo alarde en su dominio de la cuestión fílmica (y con los mismos desplantes que demostró en la inauguración y clausura en las pasadas Olimpiadas de Beijing), construye un apasionado y delirante poema; rencoroso relato con una perspectiva no muy positiva de una realidad familiar que se ha ido al carajo por imposición de un padre (un excelente Chow Yu Fat) enfermo de poder y odio. La maldición de la Flor Dorada es la crónica de una destrucción humana; una vez más, su autor recurre a los amores tormentosos como puerta de entrada a un mundo regido por el hiriente rencor y el ardiente deseo de venganza; dura y pesimista visión del amoroso encanto de esposos ausente; virtuosismo formal de oriente, ya legendario pero refrescante siempre. Descarnado cuento cuyo perfecto desarrollo de dimensiones épicas se escribe con sangre y lágrimas.

lunes, 1 de diciembre de 2008

No country for old men (Hermanos Coen, E.U., 2007)



(Proyección PPE # 1)


El Cine Club Primera Toma A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El Kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), en el Blvd. Fremont y Blvd. Benito Juárez, Colonia Centro. Este martes, 04 de noviembre de 2008 a las 8:30 p.m. la película:
No country for old men (Hermanos Coen, E.U., 2007)

Los hermanos Coen, otro paseo con la muerte
Por Socorro González

No country for old men es el título del más reciente filme de los hermanos Joel y Ethan Coen, con tal trabajo, este par de genios disfrazados de nerds han logrado colarse en los tan codiciados premios Óscar a la cinematografía este año. Anteriormente, sus nombres ya habían aparecido en este prestigioso certamen con su excelente Fargo (E.U., 1996); aquella tragicomedia protagonizada por William H. Macey, Frances Mcdormand y Steve Buscemi, donde se narraba la historia de un secuestro y toda la serie de acontecimientos que desencadenaba; hechos que, con un humor negrísimo, concluían en una tragedia general de final desesperanzador. Sin lugar para los débiles, como se titula en castellano esta nueva entrega, se ha convertido en una de las cintas más esperadas este año, no tanto por conocimiento de sus directores, sino por haber estado involucrada en varias premiaciones y haber sido acreedora de algunos galardones como el Globo de Oro para el español Javier Bardem y más recientemente, el Óscar a mejor película, guión y dirección para los hermanos y actuación de reparto para Bardem (quien, dicho sea de paso, lejos está de aquel sexual y brutal semental que tan bien hizo en su inicios fílmicos con Bigas Luna. Con los Coen, el español ha demostrado que no es suficiente tener un “buen paquete” entre las piernas con su convincente interpretación del imparable psicópata que va tras el protagonista; Chigurh es una especie de Michael Myers que ha cambiado el brillo de la daga por una extraña pistolita de aire letalmente silenciosa). La trayectoria fílmica de los hermanos, iniciada en la década de los ochenta con su estupenda Blood simple, les ha generado un status de culto dentro de la producción fílmica independiente que muy difícilmente abandonarán. Desde sus inicios, los Coen se han inclinado por temáticas un tanto obscuras y violentas, muy allegadas a las cuestiones del crimen, la mafia y la perfidia humana. Sus cintas, codificadas la mayoría desde los géneros de la comedia, el film noir y el thriller, se desarrollan con lentitud, deliciosamente entretejidas por un inquietante suspenso con ingeniosos destellos de hilaridad. No country for old men no es la excepción y ésta pertenece a esa otra parte de la obra coeniana, la de las historias serias, trágicas y, aunque suene a pretensión, reflexivas; de una sutileza narrativa que pese a su lento desarrollo, nos mantiene intrigados durante todo su metraje. De aparente sencillez anecdótica, el filme se ubica en el mítico condado de Texas (tan socorrido para las historias de sanguinolenta violencia y muerte en cadena); ahí, Jewellyn Moss (Josh Brolin) encuentra los despojos de una masacre de lo que fue una fallida transacción de droga. Indagando, Moss recogerá un maletín con dos millones de dólares en efectivo que serán la puerta de entrada a un infierno de violencia y paranoia, un sangriento festín del que “no habrá salidas limpias”. En su sentido anecdótico, el filme recuerda mucho a The killing (’56), de Stanley Kubrick y a Reservoir dogs (’92) de Quentin Tarantino, esas dos joyitas de la cinematografía noir donde nada termina bien; sólo que en los Coen todo viene a ser como más poético y conmovedor, pese a la carga irónica y patetismo de los personajes, gracias a la autenticidad de un estilo narrativo que raya en la maestría, y es que el filme contiene varios momentos y resoluciones memorables: el asesinato del policía a escasos minutos de iniciada la historia a manos de Chigurh –Bardem en sus mejores minutos, con sus tristes ojos desorbitados en asesino frenesí-; el encuentro de Moss con la carnicería de hombres y perros entre camionetas setenteras, antes de tomar sus dos millones de dólares que lo llevarán a la desgracia. La persecución y cacería nocturna, primeramente la del perro y después la de Chigurh; o el accidente automovilístico como inesperada y eficaz conclusión. En esta sinfonía violenta no habrá concesiones, la ambición del vaquero Moss los condenará a una cadena de muerte de la que, al igual que en Fargo y The man who wasn’t there (E.U., 2001), los finales felices no tienen cabida; sino todo lo contrario. A los Coen les gusta ir de paseo con la muerte y su caminata siempre estará regida por la fatalidad. Con No country for old men vuelven a coquetear con la tragedia y las posibilidades del absurdo, en una historia regida por la violencia y la mala estrella -pero a su vez protegida con el agradable velo de la sutileza, con un discurso en el que se apuesta por la frialdad y distanciamiento de sus realizadores-, donde la desgracia se verá venir como un obscuro torbellino donde al final todos resultan malheridos y por lo tanto vulnerables –la película mucho recuerda también a A simple plan (E.U., 1998), una obra maestra del cine negro contemporáneo dirigida por Sam Raimi-, reafirmándose la sentencia de que el crimen no paga. No country for old men es un excelente filme que no hay que dejar pasar; sin duda una pieza clave en la trayectoria de estos hermanos que a base de ingenio, originalidad, cinismo y una virtuosa formalidad han logrado una fructífera y sólida filmografía, quizá una de las más trascendentales de las últimas tres décadas.


Dirección: Joel y Ethan Coen
Guión: Ethan y Joel Coen, basado en la novela de Cormac McCarthy
Fotografía: Roger Deakins
Música: Carter BurwellReparto: Tommy Lee Jones, Josh Brolin, Javier Bardem