viernes, 5 de septiembre de 2008

Durmiendo con el enemigo, Lust, caution de Ang Lee

Lust, caution (… 2008) es el título del más reciente filme (del que tenemos noticias, más bien) del ahora polémico director taiwanés Ang Lee. El año pasado, Lee acaparó la crítica y los reflectores con su aclamada y premiada película Brockeback mountain (obviamente titulada Secreto en la montaña, …, 2007. Historia protagonizada por Jake Gyllenjal y el ahora ausente Heath Ledger), filme que narraba la conmovedora historia de dos “rudos” vaqueros que se enamoraban durante su trabajo en una montaña en E.E.U.U., llamada Brockeback, cuidando rebaños de ovejas. Sin embargo, Ang Lee fue bien recibido desde que se dio a conocer con su primera película, hasta llegar a la cinta El Tigre y el Dragón, filme que despejó posibles dudas en torno a la capacidad y poder creativo de este realizador. Con Lee sucede algo extraordinario, que no original ni único, es uno de los pocos cineastas conocidos que ha construido una sólida trayectoria fílmica mediante la exploración de los géneros fílmicos en cada una de sus películas (comparable con la del maestro Stanley Kubrick, sólo que éste filmó con menor frecuencia). Lo admirable en Lee es que cada una de sus obras son excelentes y geniales y lo consolidan como un auteur pese a su irregularidad genérica. Desde el Banquete de bodas (…); pasando por Sense and sensibility (…); The ice storm (…); o The Hulk (…); hasta esta su más reciente propuesta, un melodrama erótico (por muy simple que suene), titulado en nuestro país Lujuria y precaución. Este relato, basado en la historia corta Se, Jei, de Eileen Chang, se ubica en 1942, durante la ocupación japonesa en Shangái, cuando diversas células de jóvenes rebeldes pretendían liquidar a ciertos traidores a la soberanía China. Es el racconto donde la doncella aspirante a actriz Wong Chia Chi (Tan Wei) tendrá que interpretar el mejor papel de su vida, Mak Tai Tai, la dulce y vulnerable mujercita que seduce al frío y enigmático Sr. Yee (Tony Leung Chiu Wai), como parte de un ingenuo plan insurrecto destinado al fracaso. Mas todo esto queda como mero pretexto espaciotemporal y anecdótico para lo que, pausadamente, se convierte en una trama de encuentro y descubrimiento; de lúbrico deseo y sexo desmedido; una historia de amour fou cuyas bases son los límites que imponen los orgasmos de la pareja protagonista. Con Ang Lee las ideas parecen ser más sutiles y menos violentas, sin embargo su cinta remite a clásicos como Last tango in Paris (Bernardo Bertollucci…); Le empire de sens (Nagisa Oshima…) e incluso L’amant (Jean-Jaques Annaud…) obras cuya esencia es el sexo, donde el amor viene después o nunca llega. La sustancia es el reconocimiento de los cuerpos mediante los olores y líquidos propios del acto; el sudor y el dolor que implica la rigidez de la penetración y las complejas formas que adquieren los cuerpos, redimensionados por la sensible y explícita (pero no menos bella e intensa) cámara del mexicano Rodrigo Prieto (el mismo responsable de los apacibles y hermosos paisajes, cómplices del idilio en Brockeback mountain). Lust, caution es una pieza de poderosos momentos, como el delirante ajusticiamiento ¿o asesinato? colectivo del traidor Tsao, escena cuya acción transpira una angustiante torpeza y horror desesperado. El primer y torpe encuentro de los amantes, Tai Tai y Yee; o el tardío beso de Huang a Chia Chi, que ofende más que alagar. Demás está mencionar las maravillosas escenas de cama, cuya poesía inquieta hasta al más mojigato. Lejos de su húmedo lecho, los amantes se verán inmersos en una conmovedora reflexión en torno a la traición y la venganza. Personajes involucrados en una débil lucha entre los más sedientos sentimientos de justicia y el inevitable nacimiento del cariño y el afecto, como dolorosa condena redentora e inesperada. Sin concesiones ni atisbos de final feliz, Lee concluye tajantemente en la construcción de una historia que sabe a tristeza y dolor; al amargo desencanto de unos jóvenes creyentes, finamente utilizados, cuya lucha se perdió como la de tantos, pese a los esfuerzos exigidos por un nacionalismo radical, pero momentáneamente sometido.

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