(Proyección PPE # 4)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 18 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 18 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:
REC
(Jaume Balagueró y Paco Plaza, España, 2007)
Rec
Por Socorro González
Con el Proyecto de la Bruja de Blair se puso de moda una nueva manera de explorar los senderos del horror como género cinematográfico; varios títulos han surgido con esta “novedosa” narrativa que no es otra cosa más que una puesta al día del cinema verité que idearon algunos cineastas franceses en la década de los sesentas, y que apostaba, entre otras cosas, a la búsqueda de un mayor apego a la realidad mediante las herramientas y recursos propios del arte fílmico (el uso de la cámara en mano, el registro documental, la improvisación…). A mediados de los noventas, un grupo de cineastas daneses idearon lo que se conoció como Dogma 95, un movimiento estético donde se perseguía una idea, un tanto contradictoria al momento de apreciar las películas, la de contar historias un tanto obscuras y retorcidas reduciendo al máximo los recursos y elementos técnicos, con el objetivo de acercar más los textos fílmicos a nosotros, los espectadores, y de esa manera, conmovernos y adentrarnos en la experiencia vista, convirtiéndola en vivida. De ese movimiento surgieron grandes películas como Los idiotas, La celebración o Viva el Rey; así mismo interesantes cineastas como Lars Von Trier (quien ya contaba con una extensa y rica carrera fílmica) o Thomas Vintterberg (quien se inició con este movimiento).
El horror se apropia de este estilo y lo redimensiona un poco, haciendo obvia la utilización de la cámara en mano (de hecho ésta se vuelve un personaje más) con El proyecto de la Bruja de Blair, cinta atractiva pero sobrevalorada, considero. Años después vendrían otros títulos de mejores efectos pero menor trascendencia comercial, como Diario de los muertos, del maestro George A. Romero, Cloverfield, o la cinta que hoy nos ocupa, Rec, de los españoles Jaume Balagueró y Paco Plaza, ambos jóvenes en el ambiente del cine. Antes de este contubernio, Balagueró había entregado Fragilidad y Plaza Rosamanta (ambas cintas fáciles de encontrar); sin embargo es Rec la que les consagra el éxito anhelado. Su anécdota es simple y nada original en sus elementos… todo sucede una noche durante la grabación del programa televisivo “Mientras usted duerme”, en un viejo edificio departamental en el centro de Barcelona; allí, Ángela y su camarógrafo Pablo acudirán con un par de bomberos, Alex y Manu, para registrar toda una crónica del trabajo que éstos últimos realizan como parte de los servicios de rescate comunitarios propios de esa instancia. Es ese edificio el que de pronto se convertirá en infierno y última morada de sus visitantes, ya que una extraña rabia se va apoderando de los vecinos del lugar, llevándolos a comportarse de modo violento y bestial, conduciéndolos irremediablemente a la muerte. Rec es como El ángel exterminador extremo de Buñuel, sólo que con canibalismo explícito y no latente como en aquella y con la diferencia de que aquí sí se explican las razones por las que no se puede salir del inmueble. Acá la inexistente Bruja de Blair se queda corta en su maldad. Abruptamente todo se ha tornado histeria y terror colectivo a través de la morbosa videocámara del paciente y frío Pablo, que sigue a detalle el delirante trayecto de la muerte, en una historia que se debate entre la ciencia ficción y el horror más puro. “Suceda lo que suceda no dejes de grabar, por tu puta madre”, ordena Ángela en siniestro frenesí. Más allá de todo el despliegue publicitario que de la película se ha hecho, en torno a su crudeza y a su capacidad para detonar el miedo en el espectador, Rec posee un valioso y sutil trasfondo crítico hacia una sociedad hambrienta de violencia y sedienta de sangre, y si es en directo, mejor; de ahí la elección de sus recursos cuasi documentales para la efectividad de un género que siempre peligra. Con creatividad y firmeza, Balagueró y Plaza se apropian de éste para contarnos lo mismo que las demás (el espacio cerrado con gente adentro en espera de la carnicería), sólo que aquí la diferencia la da el cómo se cuenta, que no es nada nuevo pero sí está muy bien manejado en sus principales niveles, fotográfico, actoral (sobre todo) y de efectos de sonido.
Por Socorro González
Con el Proyecto de la Bruja de Blair se puso de moda una nueva manera de explorar los senderos del horror como género cinematográfico; varios títulos han surgido con esta “novedosa” narrativa que no es otra cosa más que una puesta al día del cinema verité que idearon algunos cineastas franceses en la década de los sesentas, y que apostaba, entre otras cosas, a la búsqueda de un mayor apego a la realidad mediante las herramientas y recursos propios del arte fílmico (el uso de la cámara en mano, el registro documental, la improvisación…). A mediados de los noventas, un grupo de cineastas daneses idearon lo que se conoció como Dogma 95, un movimiento estético donde se perseguía una idea, un tanto contradictoria al momento de apreciar las películas, la de contar historias un tanto obscuras y retorcidas reduciendo al máximo los recursos y elementos técnicos, con el objetivo de acercar más los textos fílmicos a nosotros, los espectadores, y de esa manera, conmovernos y adentrarnos en la experiencia vista, convirtiéndola en vivida. De ese movimiento surgieron grandes películas como Los idiotas, La celebración o Viva el Rey; así mismo interesantes cineastas como Lars Von Trier (quien ya contaba con una extensa y rica carrera fílmica) o Thomas Vintterberg (quien se inició con este movimiento).
El horror se apropia de este estilo y lo redimensiona un poco, haciendo obvia la utilización de la cámara en mano (de hecho ésta se vuelve un personaje más) con El proyecto de la Bruja de Blair, cinta atractiva pero sobrevalorada, considero. Años después vendrían otros títulos de mejores efectos pero menor trascendencia comercial, como Diario de los muertos, del maestro George A. Romero, Cloverfield, o la cinta que hoy nos ocupa, Rec, de los españoles Jaume Balagueró y Paco Plaza, ambos jóvenes en el ambiente del cine. Antes de este contubernio, Balagueró había entregado Fragilidad y Plaza Rosamanta (ambas cintas fáciles de encontrar); sin embargo es Rec la que les consagra el éxito anhelado. Su anécdota es simple y nada original en sus elementos… todo sucede una noche durante la grabación del programa televisivo “Mientras usted duerme”, en un viejo edificio departamental en el centro de Barcelona; allí, Ángela y su camarógrafo Pablo acudirán con un par de bomberos, Alex y Manu, para registrar toda una crónica del trabajo que éstos últimos realizan como parte de los servicios de rescate comunitarios propios de esa instancia. Es ese edificio el que de pronto se convertirá en infierno y última morada de sus visitantes, ya que una extraña rabia se va apoderando de los vecinos del lugar, llevándolos a comportarse de modo violento y bestial, conduciéndolos irremediablemente a la muerte. Rec es como El ángel exterminador extremo de Buñuel, sólo que con canibalismo explícito y no latente como en aquella y con la diferencia de que aquí sí se explican las razones por las que no se puede salir del inmueble. Acá la inexistente Bruja de Blair se queda corta en su maldad. Abruptamente todo se ha tornado histeria y terror colectivo a través de la morbosa videocámara del paciente y frío Pablo, que sigue a detalle el delirante trayecto de la muerte, en una historia que se debate entre la ciencia ficción y el horror más puro. “Suceda lo que suceda no dejes de grabar, por tu puta madre”, ordena Ángela en siniestro frenesí. Más allá de todo el despliegue publicitario que de la película se ha hecho, en torno a su crudeza y a su capacidad para detonar el miedo en el espectador, Rec posee un valioso y sutil trasfondo crítico hacia una sociedad hambrienta de violencia y sedienta de sangre, y si es en directo, mejor; de ahí la elección de sus recursos cuasi documentales para la efectividad de un género que siempre peligra. Con creatividad y firmeza, Balagueró y Plaza se apropian de éste para contarnos lo mismo que las demás (el espacio cerrado con gente adentro en espera de la carnicería), sólo que aquí la diferencia la da el cómo se cuenta, que no es nada nuevo pero sí está muy bien manejado en sus principales niveles, fotográfico, actoral (sobre todo) y de efectos de sonido.
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