viernes, 5 de diciembre de 2008
Rut Emmanuelle
Antes que el diablo sepa que has muerto (Sidney Lumet, E.U., 2007)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este jueves, 04 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:
Death Proof (Quentin Tarantino, E.U., 2007)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 02 de diciembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:
La escafandra y la mariposa (Julian Schnabel, Francia/E.U., 2007)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 27 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:
La escafandra y la mariposa (Julian Schnabel, Francia/E.U., 2007)
La escafandra y la mariposa (Le scaphandre et le papillon, Francia/E.U., 2007) es el último filme, estrenado en nuestro país, del neoyorkino Julian Schnabel. Pintor de profesión, Sachnabel ingresó de lleno al cine con su obra Basquiat, cinta donde exploraba un poco la vida del fallecido
pintor de color y el Nueva York underground, el de Andy Warhol y The velvet undrground. Con cuatro largometrajes en su haber (actualmente trae por ahí el último, llamado Berlín), este reconocido artista se caracteriza por rescatar o acudir a personalidades del arte como fuentes inspiradoras. En sus biografías siempre es posible encontrar el sello de la melancolía y sentirse al final de cuentas, conmovido por un dejo de sensiblería redentora. A Schnabel le gusta trabajar con personajes un tanto marginados por la vida y sus avatares, como la aceptación social (y la individual) o los conflictos políticos, tal fue el caso de su “polémico” filme Antes que anochezca (Before nigth falls, en su original), que en la mayor parte de los espectadores llamó la atención por tres cosas, básicamente: porque relataba la rebelde y conflictiva vida del escritor Reynaldo Arenas (interpretado convincentemente por el español Javier Bárdem), que fue cubano (y que es innombrable en Cuba, debido a su condición de gran traidor a la Revolución), homosexual y murió de sida en la segunda mitad de los años ochentas, exiliado, para variar, en Estados Unidos (donde se contagió). Pero más allá de todos estos detalles que despertaron el morbo, la historia fue un conmovedor y entretenido relato, bellamente fotografiado, sobre un hombre en su eterna e incansable búsqueda de la libertad, expresiva, individual, humana; un artista que buscaba transgredir aquella difícil realidad que le había tocado vivir sin importar la factura a pagar; un largo episodio, irónicamente pesimista hacia el final, cuando vemos a un Reynaldo estragado por la enfermedad que le arrebató la vida justo cuando creyó llegar al país que le devolvería la libertad como individuo (si lo pensamos, en cierta manera sí le hecho la mano).En La escafandra y la mariposa Schnabel vuelve a la biografía, sólo que aquí su relato se ha tornado más difícil en su narrativa; en su búsqueda por adentrarse en la mente del protagonista, Jean-Dominique Bauby (quien fuera redactor de la famosa revista de moda francesa Elle y autor de la fuente literaria del filme), que en 1995 sufrió un fulminante ataque que lo dejó postrado para siempre en una silla de ruedas, sin tener otra comunicación con el mundo que no fuera el parpadeo de su ojo izquierdo. Así da inicio este viaje hacia la mente de un hombre postrado e inmóvil; todo lo vemos desde su muy particular punto de vista, distorsionada realidad tan dolorosa como la costura en los párpados. Jean Do ha despertado a una nueva vida, poblada por la nostalgia, por el recuerdo de lo que fue su tiempo en repentinos inserts o flashbacks de la vida familiar, amorosa y profesional; el hombre de éxito repentinamente se redujo a un ojo, que como mariposa se mueve rápido en su parpadeo, inquieto y trémulo (ingenioso trabajo de fotográfo Janusz Kamiski (responsable de filmes como Kieslowski y Spielberg…); con destreza y romanticismo, Schnabel ha construido un sensible filme de tintes poéticos; una bella crónica de los recuerdos como vida misma… No diré más, disfrútenla.
Quemar después de leer (Hermanos Coen, E.U.,2008)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 25 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:
Por Socorro González B.
Mi ansiada espera por el nuevo filme de los hnos. Joel y Ethan Coen me motiva a escribir algo acerca de ellos y su trayectoria cinematográfica, un poco como víspera consoladora y un tanto con motivo de que este tándem acaba de hacerse acreedor a los premios Óscar a mejor película, guión y dirección, así como el premio al mejor actor de reparto al español Javier Bardem, sí, aquel joven que sólo irradió sexualidad y brutalidad en los filmes de Bigas Luna y que con el paso del tiempo demostró que para estar en el cine no sólo se necesita tener un “buen paquete” entre las piernas y desnudarse a la menor provocación. Ahora, con los sombríos hermanos (que esconden muy bien su negrura de ver la vida tras anteojos de fuerte graduación y una apariencia de nerds que no das un peso por ellos), Bardem ha interpretado a una genial e imparable máquina de matar, que nunca sonríe bajo su “melenita” setentera y su rictus alienado y de ojos tristes pero perversos, que se desorbitan de placer al infringir dolor y muerte (como en la pavorosa escena casi al inicio del filme, donde con devastadora fuerza ahorca al policía que minutos antes lo había detenido; o la tortura psicológica con la que aflige a la noviecita del protagonista). Los Coen iniciaron por allá en el año de 1984 con su genial filme Blood simple (Simplemente sangre, en nuestro país), una pieza clave en la cinematografía de género contemporánea, ya que la película es una puesta al día de la más pura tradición del mejor cine negro estadunidense de los años 40’s y 50’s, que relataba la historia de un mórbido y trágico triangulo amoroso. Con este par resulta difícil hablar de películas malas, es mejor decir películas no tan buenas, pero que conservan su indistinguible sello de autor que ambos se han ganado a pulso de trabajo. Posterior a su ópera prima, Joel (director) y Ethan (guionista), entregan en el año de 1987 la delirante y divertidísima comedia Raising Arizona (Educando a Arizona, por acá), que contaba la desafortunada historia de una extraña pareja (un ladrón frustrado y una estéril policía) interpretados por un jovencísimo y magnífico Nicolas Cage, flaco hasta los huesos y una no menos excelente Holly Hunter, respectivamente; así como la siempre imponente y escalofriante figura de un John Goodman (quien se convertiría en una especie de actor fetiche para los hnos.), caricaturizados todos al extremo de lo patético. Como obsesionados con el cine de género, los Coen básicamente han explorado en sus películas dos de los más importantes: el cine negro y la comedia (también negra); de tal modo, sus cintas desarrollan historias un tanto turbias, de violentos, sorpresivos e hilarantes desarrollos y desconcertantes desenlaces; una mirada ácida y sin concesiones hacia una sociedad tan cercana y ajena a la vez es el principal ingrediente de sus filmes. En lo visual, sus películas siempre son impecables y atractivas. En un principio, la inquieta e intrépida cámara de Barry Sonnenfeld (antes de hacerse cineasta) le brindó a sus historias un dinamismo sorprendente; director y fotógrafo se regodeaban en la más pura escuela del colega y amigo Sam Raimi (para quien escribieron en 1985, no está demás decirlo, el guión de su segundo largometraje, Crimewave, y a quién han invitado a colaborar con ciertos cameos en varias de sus cintas), en una suerte de planos y movimientos de cámara de un virtuosismo que dejaba pasmado y que muchos directores jóvenes han imitado. Después, la estabilidad visual impuesta por la cámara de Roger Deakins vino a aportar a su cine un cierto aire de poesía, con tendencia a la contemplación de los espacios y los personajes que los habitan. Con su tercer largometraje, Miller’s crossing (E.U., 1990), los Coen se adentraron de lleno en el cine de gangsters; un tanto parodia, un tanto homenaje, De paseo con la muerte (título con que se conoció en México), es una obscura exploración por la no menos sombría vida de un certero matón taciturno (un hierático Gabriel Byrne), que comete el error de involucrarse con la mujer de su jefe y mejor amigo (Albert Finney), debatiéndose siempre entre sus deseos de redención y las órdenes que como especie de venganza le impone éste último. Con Barton Fink (E.U., 1991), los Coen definieron su estatus de autores y cineastas de culto, logrando la más perfecta de sus obras, una extraña y particular comedia de una lentitud contemplativa; tan ominosa que en ciertos momentos se antoja más thriller y filme de horror con monstruos y demonios representados por el espectral hotel en el que se aloja el escritor protagonista (el otro fetiche de los hnos., John Turturro); la hoja en blanco con máquina de escribir incluida; una asfixiante habitación cuyo tapiz se escurre emitiendo un lenguaje de terribles sonidos en las angustiantes noches de insomnio de Fink. Todo esto definiendo un infierno de incapacidad creativa, del cual nuestro dantesco personaje escapará sólo por los momentos de interacción con su extraño vecino (John Goodman en lo que sin duda es la mejor actuación de su carrera). Barton Fink, sin exagerar, es como un libro abierto a las posibilidades y los trasfondos interpretativos, cosa que sorprendió a los propios hnos. al llevarse la Palma de Oro en Cannes, quienes argumentaron, ocultos tras su disfraz de nerds, que sólo pretendieron hacer una comedia lenta y sin los gags propios del género. The Hudsucker Proxy (E.U., 1994) viene a ser su única superproducción “holliwoodesca” y quizá su fracaso fílmico. Incomprendida por la crítica malacostumbrada por sus anteriores cintas (de factura 100 % independiente), El apoderado de Hudsucker en nuestro país, fue una jocosa épica bastante divertida y visualmente muy valiosa; una broma desfachatada y de gran presupuesto. A los Coen se les permite esto y más; así, repetirían sus deseos de jugar años después con el absurdo The big Lebowski (E.U., 1998); la delirante y surrealista O brother, where art thou! (E.U., 2000) y su muy peculiar visión de la comedia romántica con Intolerable cruelty (E.U., 2003), no sin antes darnos otra lección de cinismo con la tragicomedia Fargo (E.U., 1996, feamente titulada en español, Secuestro voluntario), donde por primera vez aparecieron en las ternas del Óscar, llevándose la estatuilla al mejor guión y música original, si mal no recuerdo. Con Fargo los Coen retornaban a la “seriedad” enfermiza de Barton Fink, a los personajes de patetismo encantador; sólo que acá con una violencia más plástica, explícita y sorpresiva, y con el humor más negro que de costumbre; sin embargo, la cinta posee un equilibrio discursivo que raya en la perfección, un tono tragicómico que nunca en sus anteriores filmes se había logrado con tanta precisión, ni siquiera en Barton Fink (a mi parecer su obra maestra), que se asemeja más a una secuencia pesadillesca muy larga y de pinceladas Lynchianas.
Anterior a su cínica comedia romántica protagonizada por George Clooney y Catherine Zeta-Jones, Intolerable cruelty, los hermanitos retornaban a la seriedad con el romántico filme The man who wasn’t there (E.U., 2001. El hombre que nunca estuvo, en México), un excelente film noir muy a la clásica (inclusive bellamente fotografiado en blanco y negro), protagonizado por el siempre genial Billy Bob Thorton, la siempre fiel Frances McDormand y el duro y tierno James Gandolfini. Con esta película, los Coen se niegan a morir (por aquello de sus dos filmes anteriores, muy divertidos pero nada extraordinario) y nos dan otra lección de un cine supremo que nos calló la boca a todos aquellos que dudamos de su ingenio. Este drama es un obscuro viaje hacia la mente de un hombre envenenado por los celos que decide llegar al fondo de la infidelidad; convirtiéndose en asesino accidental, deberá urdir la mejor de las coartadas para salir bien librado de toda la tempestad que él mismo ha provocado, en una trama de exquisito misterio e inquietante suspenso. Con The laidykillers, la pareja pareciera decirnos que nunca abandonarán la comedia, ni sus gags, ni su cinismo. Protagonizada por Tom Hanks (a quien los cineastas han regresado muy dignamente al género que lo vio nacer), el filme es el jocoso relato de una pandilla que pretende acabar con una viejecilla para así poder gozar de su fortuna. Más la anciana no será lo que aparenta y uno a uno los miembros de la banda (de músicos) irán cayendo en esta divertida y retorcidísima comedia. No country for oldmen es su más reciente trabajo, que muchos esperamos, no tanto por saber quiénes son ellos, sino por la publicidad que se le ha hecho a este híbrido fílmico (mezcla de western, cine negro, cine de narcos a la mexicana y, por supuesto, trhiller). “No habrá huídas limpias”, reza, en una posible traducción, el slogan promocional del filme. Y así es, para Llewelyn Moss (un duro y conmovedor Josh Brolin), su primer error fue encontrarse la inquietante escena de la transacción fallida de heroína; su osadía, tomar lo que no le pertenecía: dos millones de dólares en efectivo que descansaban al lado del cadáver del matón; ingreso directo al infierno. En sus dos secuencias iniciales, la presentación del temible asesino Anton Chigurh (Bardem) y el festín sanguinolento de cadáveres humanos y caninos entre “trocas” en la desolación desértica de Nuevo México y Texas, los Coen, con una envidiable economía del lenguaje, revelarán la densidad de su relato, que promete ser una violenta e inquietante aventura de dimensiones trágicas.
Volver (Pedro Almodóvar, España, 2007)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 20 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:
Por Socorro González
Es innegable el vínculo que el nombre Pedro Almodóvar tiene con términos como irreverencia, humor, bizarrismo y vulgaridad… y es que así fueron los orígenes cinematográficos de este autor español por allá a finales de los setentas, cuando deambulaba descaradamente travestido y filmes como Pepi, Lucy, Bon y otras chicas del montón, Entre tinieblas o la Ley del deseo salieron al público, denunciando una de las “cabecitas” más críticas y corrosivas que ha tenido el cine español contemporáneo. Pionero de lo que se ha conocido como “el destape español” (movimiento cultural surgido posteriormente a la muerte de Franco, cuando una diversidad de mentes creadoras comenzaron a manifestarse libremente), Almodóvar fue construyendo su carrera en base a historias de fuertes y desinhibidos contenidos (a él se deben inquietantes y provocativas escenas sexuales, sólo basta checar algunos de sus títulos como Matador o ¡Átame!) ; temas como el amor atormentado y no, el sexo, la soledad, el crimen, la mujer o la homosexualidad fueron y siguen siendo los principales ingredientes de este realizador, padre creador de actores, ahora estrellas, como Victoria Abril o Antonio Banderas, y de fieles y respetadas musas como Carmen Maura o Chus Lampreave. El cine de Almodóvar también se caracteriza por un esmerado trabajo visual (deficiente en sus primeros intentos, pero revelador), casi artesanal; un abanico de colores vivos e impecables movimientos de cámara que son un deleite para la vista espectadora. Después de toda una década, la de los ochentas, de irreverentes y contestarios filmes que le concedieron un éxito comercial pero al mismo tiempo un título de auteur; después de largos años de ir depurando su estilo (en ambos aspectos, formal y de contenido), Pedro Almodóvar da inicio a una muy marcada tendencia estética e ideológica, etapa de una definida madurez, llena de sutilezas y buen gusto, así como de una capacidad para conmover y sorprender a un público que anteriormente estaba acostumbrado a su hilarante humor negro y despilfarros. Si bien el mundo femenino siempre le ha sido familiar (desde su ópera prima, hasta la excelente y ya clásica Mujeres al borde de un ataque de nervios, es en esta segunda etapa donde el realizador se adentra de un modo más íntimo y detallado en las mujeres. A esta “nueva” etapa, construida casi íntegramente desde los códigos del melodrama, pertenecen títulos como Tacones lejanos, La flor de mi secreto, Todo sobre mi madre y las dos más recientes, la minimalista y genial Hablé con ella y Volver (cinta que hoy vemos). Con excepción del tropezón que significó La mala educación (un fallido intento por retornar a los tiempos de la Ley del deseo, que más bien parece un capricho por mostrar al mexicano Gael García Bernal en paños menores y teniendo relaciones íntimas con hombres), Almodóvar se muestra ahora como un cineasta más depurado y sutil, de una técnica visual y narrativa impecable, con intereses más intimistas sin rallar en la cursilería (haciendo a un lado La flor de mi secreto). Lejos está ya el jovencito gordinflón abanderado tras la rebeldía e irreverencia, ha sido sustituido por el señor maduro que descubrió que en el cine el dulce encanto de la poesía; la cinta que hoy nos ocupa, es una prueba de ello. Disfrútenla.
REC (Jaume Balagueró y Paco Plaza, España, 2007)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 18 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:
Por Socorro González
Con el Proyecto de la Bruja de Blair se puso de moda una nueva manera de explorar los senderos del horror como género cinematográfico; varios títulos han surgido con esta “novedosa” narrativa que no es otra cosa más que una puesta al día del cinema verité que idearon algunos cineastas franceses en la década de los sesentas, y que apostaba, entre otras cosas, a la búsqueda de un mayor apego a la realidad mediante las herramientas y recursos propios del arte fílmico (el uso de la cámara en mano, el registro documental, la improvisación…). A mediados de los noventas, un grupo de cineastas daneses idearon lo que se conoció como Dogma 95, un movimiento estético donde se perseguía una idea, un tanto contradictoria al momento de apreciar las películas, la de contar historias un tanto obscuras y retorcidas reduciendo al máximo los recursos y elementos técnicos, con el objetivo de acercar más los textos fílmicos a nosotros, los espectadores, y de esa manera, conmovernos y adentrarnos en la experiencia vista, convirtiéndola en vivida. De ese movimiento surgieron grandes películas como Los idiotas, La celebración o Viva el Rey; así mismo interesantes cineastas como Lars Von Trier (quien ya contaba con una extensa y rica carrera fílmica) o Thomas Vintterberg (quien se inició con este movimiento).
El horror se apropia de este estilo y lo redimensiona un poco, haciendo obvia la utilización de la cámara en mano (de hecho ésta se vuelve un personaje más) con El proyecto de la Bruja de Blair, cinta atractiva pero sobrevalorada, considero. Años después vendrían otros títulos de mejores efectos pero menor trascendencia comercial, como Diario de los muertos, del maestro George A. Romero, Cloverfield, o la cinta que hoy nos ocupa, Rec, de los españoles Jaume Balagueró y Paco Plaza, ambos jóvenes en el ambiente del cine. Antes de este contubernio, Balagueró había entregado Fragilidad y Plaza Rosamanta (ambas cintas fáciles de encontrar); sin embargo es Rec la que les consagra el éxito anhelado. Su anécdota es simple y nada original en sus elementos… todo sucede una noche durante la grabación del programa televisivo “Mientras usted duerme”, en un viejo edificio departamental en el centro de Barcelona; allí, Ángela y su camarógrafo Pablo acudirán con un par de bomberos, Alex y Manu, para registrar toda una crónica del trabajo que éstos últimos realizan como parte de los servicios de rescate comunitarios propios de esa instancia. Es ese edificio el que de pronto se convertirá en infierno y última morada de sus visitantes, ya que una extraña rabia se va apoderando de los vecinos del lugar, llevándolos a comportarse de modo violento y bestial, conduciéndolos irremediablemente a la muerte. Rec es como El ángel exterminador extremo de Buñuel, sólo que con canibalismo explícito y no latente como en aquella y con la diferencia de que aquí sí se explican las razones por las que no se puede salir del inmueble. Acá la inexistente Bruja de Blair se queda corta en su maldad. Abruptamente todo se ha tornado histeria y terror colectivo a través de la morbosa videocámara del paciente y frío Pablo, que sigue a detalle el delirante trayecto de la muerte, en una historia que se debate entre la ciencia ficción y el horror más puro. “Suceda lo que suceda no dejes de grabar, por tu puta madre”, ordena Ángela en siniestro frenesí. Más allá de todo el despliegue publicitario que de la película se ha hecho, en torno a su crudeza y a su capacidad para detonar el miedo en el espectador, Rec posee un valioso y sutil trasfondo crítico hacia una sociedad hambrienta de violencia y sedienta de sangre, y si es en directo, mejor; de ahí la elección de sus recursos cuasi documentales para la efectividad de un género que siempre peligra. Con creatividad y firmeza, Balagueró y Plaza se apropian de éste para contarnos lo mismo que las demás (el espacio cerrado con gente adentro en espera de la carnicería), sólo que aquí la diferencia la da el cómo se cuenta, que no es nada nuevo pero sí está muy bien manejado en sus principales niveles, fotográfico, actoral (sobre todo) y de efectos de sonido.
Arráncame la vida (Roberto Sneider, México, 2008)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este jueves, 13 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:
Arráncame la vida de Roberto Sneider
Ya hacía algunos años que una película mexicana no causaba tanto revuelo como la que hoy nos ocupa, Arráncame la vida (México, 2008) de Roberto Sneider. Anteriormente este realizador nos había entregado Dos crímenes, una interesante y divertida comedia negra protagonizada por Demian Alcázar, adaptación de la novela homónima del ya fallecido escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia. Después de varios años, Sneider regresa nuevamente al largometraje con otra adaptación literaria, en esta ocasión del exitosísimo libro de Ángeles Mastretta (publicado en 1985, si mal no recuerdo) titulado con la bonita frase, cual homenaje póstumo a uno de los tangos más famosos del desaparecido argentino Carlos Gardel, Arráncame la vida. Recuerdo el libro como una entretenida novela que leí en mi adolescencia, llena de información histórica oficial y de otra no tan oficial pero aún más entretenida; recuerdo una prosa sencilla y directa, sin muchas figuras retóricas ni rebuscamientos formales, pero sí poseedora de una fluidez y un encanto narrativos que me llevaron a terminar sus páginas en muy poco tiempo (dos días quizá). De pronto me di cuenta de que Mastretta, con facilidad, me había ingresado al proceso de maduración de la intimidad de una mujer; pronto había descubierto el pasar de los años en el rostro de una jovencita llamada Catalina que por error o por ventura se casó con el “hombre equivocado”, quien sin duda es el pilar de esta historia de amor a la mexicana, cocinada hábil y jugosamente con un poco de anécdota política del México de los treinta y cuarentas. Dura empresa fue sin duda para Sneider el llevar al celuloide un relato lleno de detalles históricos, donde se evidenciaban la carrera y fechorías del General Andrés Asencio (personaje inspirado en Maximino Ávila Camacho, quien fuera hermano de Manuel Ávila Camacho, presidente de la República en los años posteriores a Lázaro Cárdenas); sesenta y cinco millones de pesos se recaudaron para su producción y un millón de dólares por parte de una importante productora norteamericana para su promoción, así como quinientas copias para su distribución, un hecho sin precedentes dentro de la cinematografía mexicana. Lo importante es que, al ver la película, es posible encontrar todo ese montón de dinero en cada uno de sus detalles, empezando por la dirección de arte a cargo de Rafael Mandujano hasta su bien lograda y bella fotografía, responsabilidad del vasco Javier Aguirresarobe (prestigiado fotógrafo responsable de trabajos como Los otros, de Alejandro Amenábar y Vicky Cristina Barcelona, el más reciente filme de Woody Allen). Sneider, guionista también del filme, decide dejar un poco de lado toda esa minuciosa información espaciotemporal de un México políticamente convulsivo que Mastretta desarrollaba en su novela, para centrarse en la esencia de esta historia: Catalina (Ana Claudia Talancón) y Andrés (Daniel Giménez Cacho) y describir con notoria habilidad el proceso de su amor, primariamente basado en la consumación de un deseo carnal motivado por la curiosidad, el encantamiento y la lujuria. Un amor que en Catalina, desde el primer día de casada, empieza lentamente a morir, al descubrirse atado de por vida a la figura de un hombre difícil en sus tratos y modos que la avejenta un poco; un amor que se niega a enjaularse y un buen día decide volar hacia otro cuerpo y otra mente y extenderse, aunque sea por muy poco tiempo en la figura de Carlos (José María Tavira). Un amor mutilado por la muerte. Sneider logra en casi dos horas de metraje extraer la pulpa de una historia que sabe a nostalgia de un México ya ido; melodrama de época (un poco homenaje al cine mexicano de la Época de Oro) que no busca mayores pretensiones que las de entretener, muy dignamente, a un público ávido de historias de amor, de infidelidad y traiciones. Un cine sin rebuscamientos ideológicos y formales; sin violencia innecesaria ni torturas psicológicas. Arráncame la vida debe asumirse como es, un relato de amor, perdido o no pero amor al fin de cuentas, es Como agua para chocolate pero menos pretenciosa; o como Otilia Rauda un poco más cursi. Una película familiar impecablemente hecha, en su narrativa y en su técnica, que se ha convertido en el fenómeno fílmico de nuestro país, para pesar de muchos y regocijo de otros.
La maldición de la Flor Dorada (Zhang Yimou)
El Cine Club Primera Toma, A.C., presenta en su Ciclo de Estreno, en El kiosco del Arte de La Plaza del Camarón (enfrente del Ayuntamiento de Puerto Peñasco), Blvd. Benito Juárez y Blvd. Fremont, Colonia Centro. Este martes, 11 de noviembre de 2008, en punto de las 8:30 p.m., la película:
El ahora legendario cineasta chino Zhang Yimou nos presenta este su más reciente filme estrenado en nuestro país, La maldición de la Flor Dorada (2007). Autor de una sólida filmografía, en donde la mayoría de las veces ha reflexionado en torno a tormentosas relaciones amorosas (como lo son sus dos filmes más importantes, Sorgo Rojo y Amor Prohibido) Yimou es, ante todo, un depurado esteta en cada una de sus propuestas, algo muy común en el cine oriental, pero que no deja de sorprender. Con un fuerte sentido de la composición, sus historias son ante todo un espectáculo visual, un despliegue garantizado de fastuosidad y majestuosidad plástica, una encantadora poesía formal. La maldición de la Flor Dorada viene después de otros dos filmes igualmente sorprendentes, La casa de los cuchillos voladores (’05) y Héroe (’06) híbridos genéricos que bien combinan el cine de aventuras, el melodrama y el suspenso en un sorprendente trabajo coreográfico de artes marciales y peleas cuerpo a cuerpo.
En La maldición… Yimou retorna un poco más a sus orígenes anecdóticos desmembrando despiadadamente la historia de una familia imperial durante el reinado de la Dinastía Tang, en Beijing. Este núcleo poco a poco irá desmoronándose dolorosamente, en una repentina vorágine de tiranía, rencor y venganza. La madre (Li Gong) que ha sido envenenada durante diez largos años por su propio cónyuge (Chow Yu Fat), decidirá cuál será el momento preciso para cobrarle la factura a su sabio y nigromante esposo, y ese instante anhelado cobrará vida el día de la tradicional y esperada fiesta de los crisantemos dorados. Con estos sencillos elementos anecdóticos, Yimou construye un hermoso relato, pese a su marcada tonalidad trágica, donde todo se trastorna adquiriendo dimensiones insospechadas. La “solidez” familiar se derrumba y el delirio y la violencia se apoderan de la historia, que abruptamente se ha convertido en una sangrienta celebración que no resuelve nada y que sabe a locura. Con maestría, el cineasta chino nos adentra en un aniquilante y desquiciado melodrama, sin contemplación alguna, cada uno de sus protagonistas irán cayendo intoxicados por una diversidad de sentimientos encontrados y tremendos conflictos. La enfermiza lucha de poder emprendida entre la pareja protagonista se llevará entre los pies a sus tres hijos (y miles de soldados) con coreográfica, excelsa y sangrienta batalla final como telón de fondo, en un palacio saturado de belleza y esplendor. Yimou, haciendo alarde en su dominio de la cuestión fílmica (y con los mismos desplantes que demostró en la inauguración y clausura en las pasadas Olimpiadas de Beijing), construye un apasionado y delirante poema; rencoroso relato con una perspectiva no muy positiva de una realidad familiar que se ha ido al carajo por imposición de un padre (un excelente Chow Yu Fat) enfermo de poder y odio. La maldición de la Flor Dorada es la crónica de una destrucción humana; una vez más, su autor recurre a los amores tormentosos como puerta de entrada a un mundo regido por el hiriente rencor y el ardiente deseo de venganza; dura y pesimista visión del amoroso encanto de esposos ausente; virtuosismo formal de oriente, ya legendario pero refrescante siempre. Descarnado cuento cuyo perfecto desarrollo de dimensiones épicas se escribe con sangre y lágrimas.
lunes, 1 de diciembre de 2008
No country for old men (Hermanos Coen, E.U., 2007)
Los hermanos Coen, otro paseo con la muerte
Por Socorro González
No country for old men es el título del más reciente filme de los hermanos Joel y Ethan Coen, con tal trabajo, este par de genios disfrazados de nerds han logrado colarse en los tan codiciados premios Óscar a la cinematografía este año. Anteriormente, sus nombres ya habían aparecido en este prestigioso certamen con su excelente Fargo (E.U., 1996); aquella tragicomedia protagonizada por William H. Macey, Frances Mcdormand y Steve Buscemi, donde se narraba la historia de un secuestro y toda la serie de acontecimientos que desencadenaba; hechos que, con un humor negrísimo, concluían en una tragedia general de final desesperanzador. Sin lugar para los débiles, como se titula en castellano esta nueva entrega, se ha convertido en una de las cintas más esperadas este año, no tanto por conocimiento de sus directores, sino por haber estado involucrada en varias premiaciones y haber sido acreedora de algunos galardones como el Globo de Oro para el español Javier Bardem y más recientemente, el Óscar a mejor película, guión y dirección para los hermanos y actuación de reparto para Bardem (quien, dicho sea de paso, lejos está de aquel sexual y brutal semental que tan bien hizo en su inicios fílmicos con Bigas Luna. Con los Coen, el español ha demostrado que no es suficiente tener un “buen paquete” entre las piernas con su convincente interpretación del imparable psicópata que va tras el protagonista; Chigurh es una especie de Michael Myers que ha cambiado el brillo de la daga por una extraña pistolita de aire letalmente silenciosa). La trayectoria fílmica de los hermanos, iniciada en la década de los ochenta con su estupenda Blood simple, les ha generado un status de culto dentro de la producción fílmica independiente que muy difícilmente abandonarán. Desde sus inicios, los Coen se han inclinado por temáticas un tanto obscuras y violentas, muy allegadas a las cuestiones del crimen, la mafia y la perfidia humana. Sus cintas, codificadas la mayoría desde los géneros de la comedia, el film noir y el thriller, se desarrollan con lentitud, deliciosamente entretejidas por un inquietante suspenso con ingeniosos destellos de hilaridad. No country for old men no es la excepción y ésta pertenece a esa otra parte de la obra coeniana, la de las historias serias, trágicas y, aunque suene a pretensión, reflexivas; de una sutileza narrativa que pese a su lento desarrollo, nos mantiene intrigados durante todo su metraje. De aparente sencillez anecdótica, el filme se ubica en el mítico condado de Texas (tan socorrido para las historias de sanguinolenta violencia y muerte en cadena); ahí, Jewellyn Moss (Josh Brolin) encuentra los despojos de una masacre de lo que fue una fallida transacción de droga. Indagando, Moss recogerá un maletín con dos millones de dólares en efectivo que serán la puerta de entrada a un infierno de violencia y paranoia, un sangriento festín del que “no habrá salidas limpias”. En su sentido anecdótico, el filme recuerda mucho a The killing (’56), de Stanley Kubrick y a Reservoir dogs (’92) de Quentin Tarantino, esas dos joyitas de la cinematografía noir donde nada termina bien; sólo que en los Coen todo viene a ser como más poético y conmovedor, pese a la carga irónica y patetismo de los personajes, gracias a la autenticidad de un estilo narrativo que raya en la maestría, y es que el filme contiene varios momentos y resoluciones memorables: el asesinato del policía a escasos minutos de iniciada la historia a manos de Chigurh –Bardem en sus mejores minutos, con sus tristes ojos desorbitados en asesino frenesí-; el encuentro de Moss con la carnicería de hombres y perros entre camionetas setenteras, antes de tomar sus dos millones de dólares que lo llevarán a la desgracia. La persecución y cacería nocturna, primeramente la del perro y después la de Chigurh; o el accidente automovilístico como inesperada y eficaz conclusión. En esta sinfonía violenta no habrá concesiones, la ambición del vaquero Moss los condenará a una cadena de muerte de la que, al igual que en Fargo y The man who wasn’t there (E.U., 2001), los finales felices no tienen cabida; sino todo lo contrario. A los Coen les gusta ir de paseo con la muerte y su caminata siempre estará regida por la fatalidad. Con No country for old men vuelven a coquetear con la tragedia y las posibilidades del absurdo, en una historia regida por la violencia y la mala estrella -pero a su vez protegida con el agradable velo de la sutileza, con un discurso en el que se apuesta por la frialdad y distanciamiento de sus realizadores-, donde la desgracia se verá venir como un obscuro torbellino donde al final todos resultan malheridos y por lo tanto vulnerables –la película mucho recuerda también a A simple plan (E.U., 1998), una obra maestra del cine negro contemporáneo dirigida por Sam Raimi-, reafirmándose la sentencia de que el crimen no paga. No country for old men es un excelente filme que no hay que dejar pasar; sin duda una pieza clave en la trayectoria de estos hermanos que a base de ingenio, originalidad, cinismo y una virtuosa formalidad han logrado una fructífera y sólida filmografía, quizá una de las más trascendentales de las últimas tres décadas.
Dirección: Joel y Ethan Coen
Guión: Ethan y Joel Coen, basado en la novela de Cormac McCarthy
Fotografía: Roger Deakins
Música: Carter BurwellReparto: Tommy Lee Jones, Josh Brolin, Javier Bardem
miércoles, 17 de septiembre de 2008
Entrevistas realizadas para la Revista Cultural "El Sol de Peñasco" del cronista Amaranto Celaya Celaya www.elsoldepenasco.com
Lic. Aidé Yaracet Verduzco Villalobos, Directora del Colegio de Bachilleres (COBACH) de Puerto Peñasco (16 de agosto de 2008).
Entrevista # 2
Mtro. Enrique Rodolfo Carrión Contreras, actual Director del Instituto Tecnológico Superior de Puerto Peñasco (08 de septiembre de 2008).
Entrevista # 3
C.P. Alejandro Zepeda Munro (Octubre 2008)
Entrevista # 4
Arquitecto Fausto César Soto Lizárraga (Noviembre de 2008)
jueves, 11 de septiembre de 2008
El Perfume: historia de un asesino, de Tom Tykwer
Notas sobre El perfume: historia de un asesino, de Tom Tykwer
Por Socorro González
Hace aproximadamente dos meses llegó a los videoclubes el filme Perfume, historia de un asesino (G.B., Fr., E.U., 2006) del cineasta alemán Tom Tykwer. Confieso que la esperaba con ansias, como lo he hecho con cada una de sus películas, que siempre vienen a ser una singular y fresca experiencia. Cada filme de Tykwer representa un despliegue de virtuosismo y una inventiva garantizada; aunado a esto, su genial destreza narrativa, que lo revela como un indudable autor, nos llevará a lo largo de historias que siempre se mueven en los límites de lo absurdo y lo fantástico; de lo extraordinario en los momentos más obscuros de la vida de ciertos personajes, generalmente seres marginales, aislados y solos, que deambulan cercanos a la muerte, cuya casi nula existencia se verá trastocada repentinamente por el amor y la felicidad –que cursi, dirán-; sentimientos por demás difíciles de alcanzar; y es aquí donde Tykwer, con osada maestría, entreteje su discurso y comienza la función. Basada en la novela homónima de Patrick Süskind y asumiendo los riesgos que toda adaptación literaria conlleva, El Perfume de Tykwer narra la historia de Jean-Baptiste Grenouille (Ben Wishaw), el joven aprendiz de perfumero que se convierte en asesino de jóvenes doncellas, en su búsqueda desesperada de la más perfecta esencia, poseedora de las gracias y encantos hechiceros que pongan a la humanidad a su merced. Poco a poco, este necio nigromante irá apoderándose de los más recónditos olores femeninos, mediante elaborados e inquietantes procesos de extracción. Con esta anécdota, Tykwer construirá un relato de exquisita esencia poética, de encantadora elaboración visual sólo comparada con el Barry Lyndon (G.B., 1975) de Stanley Kubrick. Su personaje sigue siendo aquel tan familiar para el cineasta, el ser que asoma su rostro desde la obscuridad; ente marginado de dudosa existencia; sobreviviente inadaptado social de mente un tanto retorcida que acude al fuerte llamado de sus sentidos, librando los obstáculos que se le presenten, perdido en la ceguera de su obsesión, tan insana pero necesaria, que finalmente saldrá redimido pese a la adversidad. Jean-Baptiste no es muy distinto de María, aquella entrañable mujer (interpretada magistralmente por Nina Petri), perdida en la infernal negrura de su casa; relegada a condición de objeto por su marido y padre; agobiada por sueños incestuosos y la culpa por la muerte de la madre; dela que hasta hoy viene siendo la obra maestra de Tykwer, María Mortal (Alemania, 1993). Ni tampoco es diferente a Sissi (aquella hierática y pálida Franka Potente), quien se encuentra a escasos segundos de la locura, inmersa en esa clínica mental donde ha tenido que aprender a masturbara los idiotas; o a Bodo (Benno Fürman), quien llora y se conmueve ante las tristezas y angustias ajenas (La princesa y el guerrero, 2000). Ni a la pareja de fugitivos, Phillipa y Fillipo (Cate Blanchet y Giovanni Ribissi, respectivamente) de En el cielo (Heaven, 2002), quien han encontrado la paz en la infinita lejanía del firmamento. La condición de fábula del filme, también es una constante en el realizador, quien presenta una especial fijación por el detalle fantástico como vehículo de liberación de sus personajes. Sólo mediante la transgresión de la realidad a través de lo fantástico, sus criaturas lograrán existir y consumar sus más recónditos deseos; así, la vida misma de Grenouille se construirá como un cuento maravilloso (sólo basta ver la genial escena del bebé en el orfanato) donde los acontecimientos se perderán ellas fronteras de la fantasía y el milagro (tan absurdo y surreal como la tierna orgía del pueblo de Greesse hacia el final de la película). Esta constante del autor es, quizá, una de las principales características que definen sus textos fílmicos.
Director: Tom Tykwer
País: Francia, Gran Bretaña, E.U.
Guión: Andrew Birkin, BernEichinger. Basada en la novela homónima de Patrik Süskind
Reparto: Ben Whishaw, Dustin Hoffman, Alan Rickman
martes, 9 de septiembre de 2008
El cine club como un acercamiento al séptimo arte
Asomarnos por esa enorme ventana que suele ser el cine representa, para mí, una de las experiencias más sublimes y enriquecedoras en la vida. Los hermanos Lumiere nunca imaginaron que a más de cien años de su descubrimiento, el cine se convertiría en lo que hoy es, uno de los artes más bellos más que una indiscutible industria. Un mundo complejo, entretenido, reflexivo y demás adjetivos son los que podemos destacar de esta expresión artística tan gustada y buscada por todos. Como todas las artes, la cinematografía primero que nada llega a nosotros a través de los sentidos; en grave error estaría si pensara que primero se adentra en nosotros por la puerta del raciocinio. Considero que, y así lo han pensado y piensan muchos realizadores, que esta manifestación primero se siente y después se razona. Sin embargo, mucha es la historia, muchas las películas y los directores que han contribuido a la generalización de la idea de que el cine debe de analizarse y pensarse, de no ser así, no existiría su trascendencia en la historia de la humanidad. Al acercarnos al cine no lo debemos hacer con miedo o recelo, sino todo lo contrario; debemos de hacerlo con el entusiasmo y la curiosidad con que nos acercamos a otras cosas de la vida, ya que este se presenta ante nuestros ojos como un hermosos abanico de posibilidades, que aparte de entretenernos y hacernos pasar buenos ratos, nos brinda la oportunidad de la reflexión, el razonamiento y la crítica de todas aquellas historias, personajes, temas o circunstancias de la vida, que en algunas ocasiones nos resulten por demás conocidas. El cine nos habla de nosotros, de nuestra vida entre temas sociales, amorosos, políticos; nos desmenuza cuadro por cuadro los tres grandes temas de nuestro mundo: la vida, el amor y la muerte, aquellos tres temas que García Márquez nos reveló alguna vez como los tres grandes aspectos de los que siempre estamos hablando; las tres prioridades del ser humano y su curso de vida. Recordando un poco, diremos que el cine nació en 1895, en Francia; es el arte más joven en comparación con las otras artes, que son milenarias. El séptimo arte, término que se le dio en los años sesentas surge muy cercano a la disciplina de la fotografía. Este maravilloso invento llega casi inmediatamente a México, a principios de 1900; el Porfiriato lo trae con la finalidad de que se registren todos aquellos eventos presidenciales en los que el protagonista era Porfirio Díaz. El cine surge y llega a México como el cronista de la vida diaria en nuestro país a principios del siglo XX.
Un cine club es un símbolo de rebeldía y puede decirse que tiene como finalidad primordial el acercamiento al cine en una especie de análisis, desde muy diversos aspectos ideológicos. Este concepto se ideó en Francia en 1920, por los cineastas Louis Delluc y Ricciotto Canudo, en donde originalmente se estudiaba el sentido psicológico de los movimientos de cámara, dejando a la deriva otros aspectos del cine que con el paso del tiempo se asumirían como más importantes. Durante la década de los treinta y cuarentas, la idea de este tipo de agrupaciones fue evolucionando hasta convertirse en grupos de cinéfilos o aficionados al cine, que se reunían para debatir en torno a determinadas películas; el objetivo primordial de estas reuniones era (y es) la apreciación de filmes y obras que no circulaban en los teatros y en las salas de cine. En México, el primer cine club data del año 1931, denominado el Cine Club Mexicano, como filial de la Film Society de Londres, Inglaterra. En los años cincuenta y sesentas surge el primer cineclub en el Estado de Sonora, en la ciudad de Hermosillo, al interior de la Universidad de Sonora. En Puerto Peñasco es innegable la necesidad de espacios para la apreciación cinematográfica; desafortunadamente, tenemos que estar atenidos a la distribución del cine en video, debido a la desaparición de las salas de cine que algún día existieron. La formación de cineclubes en nuestra localidad es algo necesario y obligatorio, como parte de la educación que como seres humanos merecemos tener (aprovecho este momento para felicitarlos por su interés y constancia en este proyecto del ITPP, que tengo entendido, tiene más de un año con sus actividades).
La idea principal que da vida a todo cineclub es el someter a un proceso de análisis las obras fílmicas; el tratar de acercarse desde muy diversos aspectos y perspectivas a ese fenómeno que se desarrolla ante nuestros ojos. Es la labor de todo cine club el procurar buscar y exhibir todos aquellos filmes de difícil acceso pese a su poca distribución, derivada por una diversidad de circunstancias (como sus temáticas, su ideología, forma o estilo, entre otros elementos). Promover todas aquellas propuestas fílmicas que muy difícilmente llegarán a nuestros cines actuales, cuando la cinematografía norteamericana se apodera de las salas, como única oferta. La obligación y deber de un cine club es reunirse para la planificación del trabajo: que va desde la programación de los ciclos, la elaboración de los programas de mano y la organización de las charlas de introducción y conclusión, así como la moderación de la discusión después de cada proyección. En un cineclub no tiene nada que ver los estrenos con las películas clásicas. Lo importante es organizar ciclos donde se tomen en cuenta géneros, directores, temáticas o tendencias estéticas como base del diálogo reflexivo. Otro punto que debe tomarse en cuenta en las sesiones es la indiscutible condición del cine como obra de arte, con categorías y niveles; es muy importante aprender a respetar los productos cinematográficos, independientemente de su calidad; asimilar todo desde un punto de vista crítico positivo, para el momento del análisis de las imágenes en movimiento. Respecto a la cuestión de los géneros, un aspecto que ayuda mucho en la interpretación y asimilación del cine, les diré lo siguiente. En este arte existen una diversidad de géneros que se definen en base a la forma y contenido de las películas, esencialmente. Los dos más grandes géneros en el cine son el documental (el que dio vida al cine con los hnos. Lumiere y “La llegada del tren”, aquella fantástica proyección que dio vida este gran acontecimiento que es el cine) y la ficción. Este último a su vez se desglosa en una diversidad de géneros de los cuales los más destacables son el melodrama, la comedia, el suspenso, el horror, el épico, el histórico, la ciencia ficción o el cine negro, todos estos géneros definidos básicamente por las características espacio temporal, su ambientación, estilo narrativo y temático.
Otra forma de acercarse al cine es a través de sus autores o directores; analizando sus trayectorias y propuestas; en lo que se ha dado a conocer como cine de autor; aquel cine donde el director, por lo general también el guionista, se convierte en cierta manera en lo principal de la película, donde con plena libertad realiza todas sus inquietudes en las obras fílmicas.
La cuestión social, política e ideológica, donde el cine se ha llegado a considerar como una poderosa arma de irreverencia y rebeldía.
Mencionar algunos títulos: Garganta profunda, La última tentación de Cristo, Santa sangre, Calígula, filmes altamente recomendables y que todo miembro de un cineclub debe de apreciar.
NOTA: No olvidar nuestra historia como cineclub, Primera Toma, hablar de los logros: cursos, diplomados, festivales, acervo fílmico, etc.
viernes, 5 de septiembre de 2008
Entrevistas para la REVISTA CRÓNICAS DE NUESTRA GENTE DE GUILLERMO MUNRO PALACIOS
En su hogar ubicado en la calle
Francisco León de la Barra s/n entre Iturbide y Galeana Colonia Centro Sur
El viernes, 07 de septiembre de 2008
En su casa ubicada por la calle Miguel Hidalgo y Blvd. Josefa Ortiz de Domínguez
Durmiendo con el enemigo, Lust, caution de Ang Lee
Apuntes sobre la desnudez de solitarios cuerpos femeninos
Con Ciudad de ciegos (un título enigmático), Cortés llamó de nuevo la atención. Seis años habían transcurrido de su ópera prima y el cineasta retornaba con un filme orquestal (muy a lo Robert Altman), con muchos personajes y una diversidad de situaciones que giraban en torno a la convivencia erótica, sexual y amorosa, a través de distintas épocas, en un departamento perdido en un edificio de la Ciudad de México. Otra vez aquí, el tema principal era la mujer, burlada, enamorada, herida, ilusionada, abusada, seducida. Como si de un homenaje se tratara, Cortés regresó a su musa como el resumen erótico de su película (la primera secuencia del filme era Socorro, Roel aún más bella, caminando provocativamente, metida en un traje sastre que le ceñía maravillosamente el cuerpo, que bajo la tela vestía liguero y medias de seda, en una innegable referencia a una famosa foto de los años cuarenta, donde una mujer con cintura de avispa fue capturada por un fotógrafo del cual no recuerdo su nombre). Así iniciaba esta interesante reflexión (que en momentos peca de pretenciosa, sobre todo hacia el final, en aquel caótico videoclip musical protagonizado por algunas rockstar mexicanas de aquellos días, como Caifanes o Santa Sabina) sobre la mujer enfrentada al sexo y al amor; irónico desglose de vidas mediante las impecables y reconocibles elipsis espaciotemporales, sin cortes, de Guillermo Navarro (musicalmente acompañadas por José Elorza, quien recibió su nominación al Ariel) recurso que ya habíamos visto en Amor a la vuelta…, cuya cámara se desplaza coreográficamente a través de las paredes de este complejo departamental, que a media película recibe simbólicamente el embate de aquel sismo que minó a gran parte de la población de la ciudad, como conclusión a una de las historias más interesantes del filme, aquella en que la excelente Elpidia Carrillo maquillaba como “mujercita” a su esclavo amante, Enrique Rocha, en un perverso ritual pre “cachondo”, para posteriormente mirar a cámara con el rostro lleno de dolor y con música de fondo, “Aquí me quedo, aquí nací y aquí me muero, aquí nació mi sueño, aquí nacieron, el agua del arroyo y tú…” El filme, complejo en su narrativa, se desarrollaba entonces como un retablo o mosaico de historias protagonizadas por corazones femeninos, enamorados y muy erotizados; pero finalmente solitarios, como sus cuerpos desnudos frente al espejo, frente a la ventana, en la tina de baño, sobre la hamaca, la cama o cualquier rincón. Lo importante aquí era esa especie de reflexivo y duro homenaje a las féminas en distintas circunstancias de su intimidad.
Entre telenovelas y cortometrajes, Alberto Cortés viajó a Guantánamo, Cuba para realizar Violeta en el año de 1997, desgraciadamente no he podido localizar esta película por ningún lado, y me consuelo pensando en que debe de ser éste un trabajo interesante; sin traiciones, por su título evidentemente de sexo femenino; esperanzado en que Cortés continúe con su admirable estilo (a quien Reygadas debe algo, sólo que con señores como protagonistas), que lo siento un poco desperdiciado en las teleseries. Pero el trabajo es trabajo.
Algo de sus realizacxiones
Cortos documentales: 20 de marzo (’76); La marcha (’77); La institución del silencio (’77); Imágenes de Nicaragua (’89); entre otros.
Largometrajes: Amor a la vuelta de la esquina (’85); Ciudad de ciegos (’91); Violeta (’97)Telenovelas: Atrévete a olvidarme; Ramona (compartiendo créditos con Nicolás Echevarría); Morir dos veces; El día que me quieras; entre otras
lunes, 11 de agosto de 2008
Control
Anton Corbijn y su triste canción de amor
Por Socorro González
El conocido videoasta holandés Anton Corbijn presentó este año su película Control (coproducción entre G.B., E.E.U.U., Australia y Japón; 2007), un acercamiento a la vida de Ian Curtis, el enigmático vocalista del desaparecido grupo de rock inglés Joy Division. Curtis, cuya imagen actualmente representa una especie de espíritu romántico, de apariencia taciturna y obscura, sumido siempre en una hiriente depresión que le impuso el suicidio como triste final (a su veintitrés años de edad), se asume como tema de este delicado filme, cuya pausada narrativa logra momentos de nostálgico lirismo; nada extraño en su director, quien sin duda ha sido uno de los videografos más propositivos de las últimas cuatro décadas (a él se deben los pocos videos de Joy Division y algunos logros audiovisuales de Depeche Mode, U2, Metallica, Red Hot Chilli Peppers). Basada en el escrito autobiográfico de Deborah Curtis (Debbie, la mujer de Ian; en el filme interpretada por Samantha Morton), Touching from a distance, Control se suma a toda esa serie de filmes sobre famosas agrupaciones y polémicos cantantes de rock de un modo singular; alejándose de la pretenciosa mirada a lo Oliver Stone en The Doors; así como de la genial originalidad de Velvet Goldmine o I´m not there de Todd Haynes; o la soporífera visión de la víspera suicida de un hipotético Kurt Cobain en Last Days, de Gus Vant Sant. Corbijn, atendiendo la obra literaria y la amistad que lo unió a esta agrupación del Manchester en la Inglaterra de los años setentas, ha construido un convincente relato acerca de un hombre que poco a poco fue adentrándose en un mundo de tonalidades cada vez más grises; cuya vida se ensombreció de pronto al rechazar la responsabilidad que implicaba el tener una familia y descubrirse una figura siempre ausente y carente de amor hacia su enamorada mujer y recién nacida hija (“Ohhh… love will tear us apart, again…”, reza una de sus más bellas melodías). Un joven indescifrable cuya carrera en ascenso se contrapunteó con una inevitable caída a un infierno interior del que ni siquiera la música lo pudo salvar. Como era de esperarse, Corbijn no separa la obra melódica de Joy Division del relato; sino todo lo contrario, se aprovecha de ella evidenciando su condición de efecto, su característica circunstancial; dejando claro que la obscuramente agresiva poesía del cuarteto británico siempre fue la respuesta inevitable de Curtis a su permanente estado depresivo. Así, el filme se valdrá en ciertos momentos de diversas secuencias musicales como recurso narrativo, escenas que revelan el caos sentimental y amoroso de un Curtis (perfectamente interpretado por Sam Riley) cada vez más espectral y aletargado; ahora sí controlado por un temible remordimiento y un criminal sentimiento de culpa que brotaba cual castigo divino en los violentos ataques epilépticos que paulatinamente fueron minando su salud mental. Si a la cuestión musical le anexamos la limpieza visual que Corbijn portenta en esta obra, tenemos como resultado final una pieza fílmica moderada y sencilla (bastante recomendable, por cierto); sin que esto signifique pobreza narrativa. Pese a lo que esperábamos algunos admiradores del prolífico trabajo deAnton Corbijn en el videoclip, tan formalmente elaborado y de una riqueza que por momentos se antoja absurda de tan abstracta, el “estrenado” cineasta nos sorprende con una historia lineal sin excesos ni recovecos formales. La cámara fija su objetivo en Curtis y su proceso de Autosuggestión, en un blanco y negro que directamente remite a la Atmosphere en la que el protagonista poco a poco se hunde. Un joven que fue encerrándose cada vez más en su atormentado mundo a la par que su música se instalaba con rotundo éxito en la historia. Curtis, con su inevitable sex appeal para las jóvenes gruppies, erotizadas por la ronca voz de un cantante que fuera del escenario se convertía en un pálido fantasma cuyos pensamientos desembocaban en algún poema que se convertía en canción. Finalmente, el joven Ian no supo sobrellevar su triunfo como artista, del cual terminó renegando. Su fallido regreso al hogar paterno sólo le hizo reafirmar su soledad, que terminó una mañana al interior de su siempre humilde casa, abatido por el cansancio que deja la melancolía y la infinita tristeza.
Control
Dir.:Anton Corbijn.
Año: 2008.
Reparto: Sam Riley, Samantha Morton, Alexandra Maria Lara
Vestidas para matar
Por Socorro González
No hace mucho concluyó la transmisión de la teleserie Mujeres asesinas, la versión mexicana de la conocida serie argentina (que en estos momentos está por la segunda temporada, todos los jueves por la noche en Unicable) que recrea trágicas historias de la vida real; hechos de la nota roja cuya base anecdótica son los homicidios perpetuados por mujeres despechadas, lastimadas, abusadas y demás dolorosos adjetivos. Sangrientos asesinatos cometidos por distintas féminas cegadas por la venganza que un buen día se deciden acabar con aquellos que les han jodido la existencia; pero que desafortunadamente terminan también muertas o en prisión. En el ambicioso “refrito” nacional, a cargo de MediaMates, del conocido productor mexicano Pedro Torres, pudimos presenciar un curioso trabajo cuyo principal atractivo se centró en la selección de un florido reparto que mezclaba a conocidas y buenas actrices de larga trayectoria (Isela Vega, María Rojo, Daniela Romo o Nailea Norvind, incluso); con otras que tuvieron su buena época en las telenovelas (como Verónica Castro, Leticia Calderón o Itatí Cantoral); y algunas más con las que de plano se cayó en el verdadero miscast (definitivamente Lucía Méndez, cuya colaboración seguramente tiene que ver con el aprecio que le tiene Torres, quien fue su pareja sentimental hace años, y la niña boba convertida en junkie con agujetas de color de rosa, Natalia Esperón). Lo que sí es innegable es el fuerte atractivo que generó la sangrienta y estilizada publicidad desplegada meses antes del estreno de la serie, por el canal TVC, donde se mostraba a las protagonistas mirando ingenuamente a cámara, en impecables vestiduras blancas, para segundos después apreciarlas haciendo lo contrario, mirando maliciosamente y con rencor, empapadas de rojo carmesí. Pese a su evidente mejor factura visual, la adaptación mexicana (cuya dirección se turnó entre Mafer Suárez y Carlos García Agraz) queda por mucho debajo de su original argentino en cuanto al tratamiento del drama; sin embargo, no se debe negar que fueron algunos los episodios que sí sobresalieron, definitivamente aquellos que mostraron cierta linealidad en su desarrollo y la creación de una atmósfera de angustia y desesperación en la historia.
Mujeres asesinas (al igual que El Pantera) vino a ser una buena opción en la televisión por cable; y lo será a partir del veinticinco de septiembre cuando su estreno por señal abierta, en canal 5 XHGC, se lleve a cabo. Una agradable, mórbida, interesante y diferente opción de entretenimiento en nuestra televisión mexicana, que para mala suerte de pocos nos mantiene saturados de telenovelas, que desfachatadamente se reciclan una y otra vez, como comida chatarra que a la gente encanta. Preferible ver a Lucía Méndez de Lucía Méndez prostituta por sesenta minutos, que a Adela Noriega en su eterno personaje de Quinceañera en el relato homoerótico musical de las siete de la tarde titulado Fuego en la sangre. Pero esto ya es elección de cada quien. ¿Por qué debemos ver a estas “mujeres al borde de un ataque de nervios”? Quizá porque sus historias vienen directamente de la realidad, según expresa la fuente literaria directa, escrita por Marisa Grinstein (adaptada en México por Carlos Pascual); son cercanas a nosotros, por muy duras que parezcan. Pueden funcionar como discurso liberador y catártico en aquellos núcleos donde existe el dolor y la injusticia humana; donde hay mujeres torturadas por los otros; donde no queda esperanza ni escapatoria. Tiene buenos tips para matar… nada nuevo sin embargo. Porque quizá tengamos preferencia por los temas escabrosos y sórdidos, por el humor negro (que es muy poco, casi nulo de hecho); o preferimos la ficción a los noticieros, que hablan de lo mismo sólo que de modo distinto. Porque es una opción diferente a las que estamos acostumbrados; es más “real” y verosímil que el escuchar hablar a Maite Perroni en su empeño por parecerse a Thalía en Cuidado con el Ángel. Son algunos los argumentos para ver esta serie, que mucho recuerda a Mujer, casos de la vida real, sólo que con más presupuesto e inventiva, con mucha violencia gore y palabrotas, y sin los mensajes de “esperanza” y resignación que emitía Silvia Pinal al final de cada episodio. En lo personal, diré que más que buscar concientizarnos y aleccionarnos, Mujeres asesinas viene a ser una especulación en torno al dolor y la venganza. Reflexión amoral llevada al límite de la identificación o el repudio hacia sus personajes, protagónicos o secundarios (algo perfectamente trabajado en la versión argentina). Experimento genérico que en ocasiones funciona y en otras no, debido a un elemento nuevo que se añadió a las trece historias con las que inició esta primera temporada en nuestro país: la presencia de una institución policiaca que hace su aparición en los momentos de mayor suspenso, para infortunio de las historias. El DIEM, instancia liderada por la teniente Sofía Capellán (interpretada excelentemente por Rosa María Bianchi), sin duda es el elemento que viene a entorpecer en repetidas ocasiones el desarrollo de los episodios, a tal grado que raya en el absurdo debido a la eficiencia y astucia que para resolver los crímenes se presenta; algo absolutamente falso en nuestro país. Es quizá el juego con los géneros lo más atractivo de esta versión mexicana (confieso que he visto sólo algunos de la original argentina, pero el tono melodramático predomina de una manera genial. La versión colombiana sí la desconozco por completo). Así tenemos los densos thrillers de Jéssica, tóxica, protagonizado por Alejandra Barros y Mónica, acorralada, una vuelta de tuerca interpretada por Irán Castillo; o el decadente film noir de la siempre excelente Daniela Romo en Cristina, rebelde; o el triste e hiriente drama de Cecilia Suárez titulado Ana, corrosiva; o el lúbrico y erótico episodio de Itatí Cantoral, Sandra, trepadora; la sórdida y ‘ripsteniana’ comedia negra de María Rojo Emilia, cocinera; el enfermizo y delirante horror generado por Isela Vega en Margarita, ponzoñosa; o el conmovedor melodrama de Medea moderna, Martha, asfixiante, protagonizado por Nailea Norvind. Estas son las historias que destaco de la polémica serie que ha dado mucho de qué hablar en algunos medios televisivos nacionales; desafortunadamente, los comentaristas sólo se han referido al desempeño de las actrices protagonistas (sin duda, todas estuvieron en forma), dejando de lado otros elementos (inclusive al resto del reparto que contó con buenos y reconocidos actores) que como oferta audiovisual (incluso fílmica) posee cada episodio. Elementos narrativos que a fin de cuentas vienen a darle su mayor valor como propuesta estética.
martes, 10 de junio de 2008
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lunes, 9 de junio de 2008
El Pantera
Hoy, canal 5, 8 p.m. (Pto. Peñasco). Segunda Temporada de la Serie.
También en el mismo horario los lunes en el VH1 "Diario de una prostituta"
Festival Internacional del Nuevo Cine Latinamericano, La Habana 2008
12.mayo.2008
Miembros de la Comisión de Selección el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, a celebrarse del 2 al 12 de diciembre de 2008, viajarán en junio y julio próximos a varias capitales del continente para visionar y seleccionar títulos de la más reciente producción cinematográfica del área. Los interesados en someter sus obras a la consideración de nuestros programadores durante la estancia de los mismos en dichos países deben contactar, antes de la fecha indicada en cada caso, a las instituciones nacionales que acogerán a los especialistas cubanos a fin de hacerles llegar los screeners y la información técnica correspondientes. En el caso de Brasil, los organizadores del Festival Cinesul se encargarán de recibir y tramitar el envío hacia La Habana de las copias de selección y la documentación remitidas por los cineastas brasileños.El calendario de visitas es el siguiente: País: MÉXICO (16-25 de junio)Programadores: Elvira Rosell / Alberto RamosInstitución / persona de contacto: Instituto Mexicano de Cinematografía – IMCINESra. Maru Garzón promint@imcine.gob.mx País: ARGENTINA (6-20 de julio)Programadores: Pedro Ortega / Alberto Ramos Institución / persona de contacto: Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales – INCAASandra LamponiTel: 54 11 4383 9091-Lima 319 PISO9 OF.904. País: CHILE (13-20 de julio)Programadores: Zita Morriña / Elvira Rosell Institución / persona de contacto: Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Dirección de Asuntos Culturales – MINREL, DIRACSra. Alejandra Cillero acillero@minrel.gov.clPaís: VENEZUELA (28 de julio-4 de agosto)Programadores: Pedro Ortega / Elvira RosellInstitución / persona de contacto: Centro Nacional Autónomo de Cinematografía – CNACSra. Alizar Dhadah adahdah@cnac.gob.vePaís: BRASIL Institución / persona de contacto: Festival CinesulSr. Tito Ameijeiras tito.ameijeiras@gmail.comSr. Leonardo Gavina competitiva.cinesul@terra.com.br
Festival Internacional del
Nuevo Cine Latinoamericano
www.habanafilmfestival.com** Visite, Visit** www.cubacine.cuwww.habanafilmfestival.com